La violencia de género no acaba cuando se consigue separar a la víctima de su agresor. La mujer agredida debe, además, enfrentarse a escenarios desconocidos que pueden hacer más difícil sobrellevar esta devastadora situación.
Muchas de las víctimas de violencia de género tienen el problema añadido de encontrarse ante esta situación en un país que no es el de origen. Esto supone afrontar el problema en ausencia de una red de apoyo, sin contar con los aspectos culturales y religiosos concretos que crean barreras comunicativas, haciendo crecer en ellas el sentimiento de aislamiento y terror.
Uno de los escenarios desconocidos para las víctimas se desarrolla en el ámbito sanitario donde, en muchas ocasiones, la comunicación entre la persona afectada y el equipo médico que la atiende no siempre es fluida y comprensible. Por ello, aunque en muchos ámbitos profesionales se está llevando a cabo un acercamiento hacia la interpretación en caso de violencia de género, en este ámbito, el sanitario, se sigue estimando necesario una mayor profundidad en el estudio de los casos.
Las conversaciones entre médico y paciente, en este tipo de contexto, plantean serias dificultades por diversas cuestiones: vocabulario especializado, uso de metáforas, contenido emocional, diferencias culturales y desconocimiento del procedimiento. Todo ello puede suponer grandes desafíos para los intérpretes. Ante este escenario, se prevé necesaria la figura de un profesional capaz de captar el mensaje de la víctima, no sólo literalmente, sino también que pueda superar las barreras culturales y emocionales entre paciente y personal sanitario para que el problema sea tratado correctamente.
Una persona capaz de analizar el estado emocional de la víctima, dotado de una exquisita sensibilidad que ayude a restablecer una relación humana entre la víctima y el mundo que le rodea.
Si queréis profundizar más sobre este asunto os invitamos a leer este interesante artículo de Tremedica.