TRADUCCIÓN LIBRE FRENTE A TRADUCCIÓN LITERAL

Desde que antaño empezaran las labores de reproducción interlingüística como herramienta de comunicación entre los distintos pueblos de la comunidad global, mucho se ha escrito sobre cuál es el enfoque más apropiado para realizar una traducción y para transmitir correctamente el significado de un material original a la cultura de destino. De hecho, aún a día de hoy se siguen estudiando las distintas estrategias de traducción y se valora el impacto que estas pueden tener en cada uno de los textos y las circunstancias donde se utiliza. En esencia el debate más extendido se centra en el empleo de un estilo de traducción más literal frente al empleo de un estilo de traducción más libre, cuyos resultados pueden llegar a ser realmente distintos, es decir, producir dos versiones traducidas con muy pocas similitudes entre sí pese a que, teóricamente, cada uno de estos estilos comporta una serie de ventajas que los hacen más adecuados para determinadas circunstancias. Ahora bien ¿qué entendemos por enfoque literal o enfoque libre?

El enfoque literal, desde el punto de vista cronológico, ha sido el más popular a lo largo de la historia. En sus orígenes, este enfoque promovía que la traducción es más fiel conforme más se adhiera a la forma del original, tanto en estructura sintáctica como en elección lexicológica. Esta idea tenía como fundamento que, si el traductor no se despega de la elección de palabras y estructuras originales, menor era el riesgo de cometer errores. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que esta idea, llevada al extremo, no tiene por qué ser la más acertada. Si nos paramos a analizar las distintas lenguas, rápidamente nos daremos cuenta de que no todas siguen la misma estructura sintáctica, que las equivalencias directas entre un término en origen y un término en destino pueden ser ciertas, pero que en el uso quizá no sean igual de frecuentes, que existen unidades de significado que son propias de una lengua y que no tienen un equivalente cultural en la lengua de destino, etc. Todo ello plantea el riesgo de que el traductor demasiado literal produzca una versión corrupta en la que predominen calcos sintácticos que enrarezcan la traducción y en la que la fidelidad a la hora de reproducir conceptos e ideas idiomáticos en origen haya desvirtuado la correcta reproducción del sentido. Este ha sido el caso de los inicios de la historia de la traducción en Eurafrasia, la cual se enfocaba ampliamente en la traducción de textos bíblicos para poder acercar los textos sagrados a los pueblos y ampliar así el alcance de las conversiones. Por supuesto, esto ha dado lugar a muchas especulaciones, ya que, por su propia naturaleza, los textos bíblicos están repletos de simbolismos, metáforas y sentidos connotativos, por lo que, si damos por hecho que una gran parte de este material fue traducido siguiendo un enfoque literal, es probable que en algún punto se produjeran errores de traducción que hemos ido heredando y asimilando culturalmente hasta nuestros días. Sin embargo, la traducción literal tiene, en su vertiente más moderada, una gran aceptación entre los que consideran que la mejor traducción es aquella que reproduce el sentido original modificando lo menos posible los elementos originales para conservar su esencia.

No obstante, el tiempo demostró que las formas de expresión que eran naturales y convencionales en una lengua no lo eran en otra lengua distinta, por lo que proponer una traducción literal respetando la sintaxis y el léxico originales no siempre reproducía fielmente el mensaje global. De hecho, si bien a la traducción literal se la conocía por el nombre de «traducción palabra por palabra», a la traducción más libre que buscaba solucionar estos problemas de equivalencias se la conocía por el nombre de «traducción sentido por sentido». Esta nueva modalidad se basaba en la idea de que cuando comunicamos lo hacemos en unidades de sentido, las cuales están compuestas por palabras, por oraciones, por textos, etc., pero donde lo importante es transmitir una idea, un pensamiento o incluso dar pie a hacer inferencias. Por lo tanto, en esta modalidad lo que se busca es encontrar una equivalencia cultural en la lengua de destino, es decir, identificar de qué forma va a interpretar mejor el mensaje el destinatario y cómo va a sentirlo más suyo, para lo cual se suele buscar el efecto de que la traducción parezca en realidad un texto original escrito en la lengua de destino, que pasa a parecer la de origen.

Todos estos conceptos teóricos tienen una aplicación práctica en el contexto actual de la prestación de servicios lingüísticos, ya que, durante una traducción, habrá que reflexionar acerca del tipo de enfoque más conveniente en función de las necesidades del texto.

En esencia, el panorama actual contempla la necesidad de adaptar el enfoque de traducción a las necesidades del encargo en su contexto de uso, si bien existe una tendencia hacia la producción de traducciones más literales, en el sentido moderado, que solventen los problemas idiomáticos mediante enfoques más libres. Así, tendremos textos que puedan verterse casi por completo de manera literal puesto que empleen un estilo más técnico (donde las oraciones son sintácticamente más reproducibles) y la información se exponga sin emplear recursos connotativos que precisen de una adaptación a la cultura local. Y, por otro lado, tendremos textos cuya traducción literal no consiga generar el mismo impacto en la cultura de destino y, como tal, precisen un esfuerzo creativo mayor, de modo que el traductor tendrá que encontrar un equivalente dinámico y reflexionar acerca de qué porcentaje del material original debe conservar. Por este motivo, será en la traducción técnica, científica y jurídica donde encontremos un enfoque más literal que certifique la traducción exacta del contenido original, para no dar lugar a interpretaciones no pretendidas y, por su parte, será en el marketing y en la creación artística donde debamos emplear reformulaciones para lograr generar un impacto análogo y no una mera traducción de palabras.

De este modo, saber distinguir entre la conveniencia de una traducción libre frente a una traducción literal nos ayudará a proporcionar a cada proyecto el enfoque más adecuado para cumplir sus necesidades con el mayor éxito posible.

 

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