La traducción de patentes es una especialidad realmente prolífica en el sector de la prestación de servicios lingüísticos. El contexto tecnológico actual posibilita la creación y el desarrollo de nuevas tecnologías que permiten a las sociedades evolucionar hacia un futuro más eficiente, comprometido y colectivo. En este sentido, el concepto de la propiedad intelectual es especialmente relevante porque otorga una serie de derechos de explotación a los inventores originales y evita que se haga un uso fraudulento de sus ideas. Paralelamente, lo ideal es conseguir difundir estas enseñanzas más actuales (en términos de patente «la técnica más reciente») a nivel internacional, lo que conlleva la necesidad de localizar/traducir este nuevo contenido especializado. Para ello, existe un mecanismo de patente (destinado a regular qué elementos son susceptibles de quedar protegidos bajo una patente y cuáles no) y otro mecanismo, que se encarga de organizar el proceso de internacionalización mediante la realización de traducciones de documentos relacionados con la propiedad intelectual.
En las agencias de traducción con departamento especializado en patentes, es habitual trabajar con diversos tipos de documentos, pero el más habitual es sin duda la patente. Normalmente, se suele hacer una división entre documentación para los procesos de presentación (memorias descriptivas, reivindicaciones, descripciones completas, exámenes de fondo, respuestas a los exámenes de fondo) y documentación para procesos judiciales relacionados con la propiedad intelectual. Con todo, el tipo más popular es el de patente. Pero, ¿existe un único tipo de patente?, ¿son todas iguales? En la primera parte del artículo de hoy, os presentamos algunos esquemas de clasificación para patentes, sobre todo para aquellos profesionales que estén empezando, dominen a la perfección el contenido que se expone en ellas, pero que nunca se hayan parado a pensar de qué forma se organizan estas en las instituciones.
En primer lugar, una clasificación de patentes habitual es la denominada «de ámbito territorial». Por un lado, las patentes se deben registrar en un país en concreto. En ese momento, pasan a considerarse «patentes nacionales», y se inicia un periodo máximo de doce meses para poder extender dicha solicitud de patente a uno o más países mediante solicitudes directas en los países en los que se desee ampliar la protección o bien mediante acuerdos internacionales existentes. El organismo encargado de realizar este registro a nivel nacional en España en la OEPM (la Oficina Española de Patentes y Marcas). Seguidamente, se encuentran las denominadas «patentes europeas», condición que adquieren todas aquellas patentes registradas en uno o más países miembros del Convenio de patente europea. El organismo encargado de realizar esta tramitación es el EUIPO (Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea, por sus siglas en inglés). Como tal, se deduce que las patentes en Europa presentan un doble espacio de protección: el estatal (con las patentes nacionales) y el europeo (con las patentes europeas). Por último, uno de los tipos más conocidos es la «patente PCT», un tipo de patente internacional regulada por el Tratado de Cooperación de Patentes (PCT, por sus siglas en inglés). Este sistema permite proteger una patente a través de una única solicitud internacional en un gran número de países, sin tener que obtener patentes nacionales de forma individual. En este caso, el organismo encargado de la tramitación es la OMPI (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual).
Asimismo, es habitual hacer una distinción de las patentes según el objeto reivindicado. Por un lado, existen las denominadas «patentes de producto», con las que se conceden derechos en exclusiva a un producto físico, es decir, a la invención de un elemento concreto que resuelva una necesidad específica. Por otro, existen las denominadas «patentes de procedimiento», con las que se conceden derechos en exclusiva a un método (una serie de pasos) para llegar al producto que soluciona una necesidad. De hecho, es posible que otro experto en la materia pueda alcanzar el mismo producto a través de un método distinto. Por ello, es preciso que exista una diferencia entre ambos tipos de patente. En ambos casos, la invención puede ser pura (es decir, completamente novedosa y original), o bien ser una combinación novedosa de medios conocidos.
En cualquier caso, con independencia de la clasificación de patente, lo cierto es que todas comparte un alto grado de especialización terminológica que es necesario conocer y dominar para poder hacer traducciones de calidad. Y es que, aparte del vocabulario asociado a cada especialidad, los textos de patente van asociados a un complejo conjunto de términos y expresiones que, dentro del gremio, han propiciado la idea de que se trata casi de un idioma distinto: el patentés (in. patentese). Esto se debe a que cada jurisdicción tiene su propio procedimiento legal para las memorias descriptivas, en estas se hace uso de estilos de redacción poco naturales, artificiales y con expresiones arcaicas. Sin embargo, en este mundo es indispensable saber expresar de forma exacta una idea concreta, ya que las ambigüedades pueden dar lugar a fallos en el proceso o en el ámbito de protección. Por ello, la protección intelectual ha llegado a desarrollar un lenguaje propio.
Desde Montero Language Services, trabajamos siempre con profesionales expertos en el sector de la propiedad intelectual que conozcan las necesidades lingüísticas técnicas de estos procesos y, por supuesto, que logren imprimir la máxima calidad en todas sus traducciones.
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