Los museos son instituciones de suma importancia en el ámbito cultural, social y económico para los distintos países, tanto a nivel nacional como local. Se trata de espacios constituidos para conservar, estudiar y exhibir el patrimonio histórico de un territorio determinado. Por este motivo, podemos encontrar museos dedicados a las formas del arte (pintura, moda, escultura, cine, literatura, música, arquitectura etc.), a diversos trabajos y labores (corte y confección, siderurgia, ebanistería, etc.), medios de locomoción (transporte, ferrocarriles, automóviles, motocicletas, aviación, marina, etc.) y ciencias naturales (botánica, anatomía, geología, paleontología, etc.). Esto convierte a los museos en centros de auténtica divulgación científica y cultural, además de ser centros para la recreación y el esparcimiento y añadir valor a la riqueza de los lugares en los que se encuentran. Esto se debe a que son puntos de encuentro para todas aquellas personas que deseen aprender sobre un tema en concreto o que busquen recorrer el pasado de una forma ilustrada y que les permita adquirir conocimientos sobre materias de su interés. Asimismo, los museos conservan obras de arte, piezas y documentos con carácter histórico únicos, por lo que promueven el turismo cultural dentro del propio país y entre fronteras internacionales. A la gente le gusta el arte y aprecia la oportunidad de poder contemplarlo en persona y disfrutar de toda una experiencia cognitiva para los sentidos. A su vez, el turismo cultural, que incluye, entre otras actividades, las visitas a los museos y centros culturales, lleva aparejada la necesidad de invertir en otros servicios, como la hostelería, el transporte, las compras recreativas, etc. Por ello, es posible afirmar que los museos generan un tránsito humano notable y que contribuyen positivamente a la economía, puesto que incentivan los flujos de capitales.
Como no podría ser de otra manera, esta actividad, que se encuentra vinculada estrechamente al factor humano y que está enmarcada en el contexto de la globalización, presenta una serie de necesidades relacionadas con la comunicación intercultural y que, por supuesto, requerirán de la prestación de servicios lingüísticos para poder derribar las barreras idiomáticas que puedan surgir, crear una experiencia fluida y cómoda para los turistas, mejorar la calidad de los servicios de los museos y contribuir a la propagación cultural entre los distintos territorios. Todo ello apunta a que los museos son instituciones que también precisan diversos servicios de traducción y, por lo tanto, en el artículo de hoy hablaremos sobre este tipo de necesidades, los perfiles profesionales más adecuados y las ventajas que comporta localizar los contenidos de esta clase de espacios.
¿Qué tipos de textos produce un museo? Aunque no lo parezca, en los museos no solo es importante la exhibición de la obra de arte, de la pieza o del documento en cuestión. Dada su naturaleza divulgativa, es fundamental que los elementos expuestos vayan acompañados de escritos explicativos en los que se identifique el elemento designado, se le enmarque en un contexto histórico y, como suele ser habitual, se aporte una breve explicación del origen, el significado o el papel del mismo. Estos escritos pueden adoptar formas diversas, pero los más comunes son las cartelas: pequeños escritos en forma de cartel pequeño, tarjeta o placa que se colocan al lado de una pieza expuesta para proporcionar una serie de datos sobre la misma. Lo más frecuente es que se encuentren redactadas en el idioma local (de hecho, en los museos y centros culturales más pequeños es casi siempre así), pero en las instituciones más grandes u orientadas al público internacional, estas se suelen localizar a algún idioma, normalmente el inglés, por ser la lengua de divulgación cultural más extendida. No obstante, las combinaciones de idiomas pueden variar segur las circunstancias específicas. Aquí, el perfil traductor debe tener la capacidad de transmitir aspectos propios de la cultura de origen a la cultura de destino, solucionando todos aquellos aspectos que se puedan dar por sentado en la primera, pero que necesiten una explicación de cara a la segunda. Esto se ve muy bien también en otro tipo de documentos escritos, como pueden ser las guías de visita y los catálogos, en donde debemos explicar de forma atractiva e informativa el conjunto de piezas con las que cuente una colección, así como hablar de su contexto histórico y relevancia. Esta es una parte importante de la localización de contenido museístico, puesto que abarca directamente los datos que van a llegar a las partes interesadas y su capacidad de comprensión e interpretación.
De forma complementaria, no podemos olvidar que en los museos también resulta útil adaptar los mapas, los carteles de la tienda de recuerdos y la documentación propia de la visita, como las entradas y los panfletos de programas. La experiencia del visitante debe ser lo más cercana y fluida posible, de este modo, invertir en traducción será invertir en una mejor impresión que se traducirá en una mayor popularidad y en recomendaciones.
Aparte de los documentos escritos, en los museos también se localizan documentos multimedia, como pueden ser las audioguías y los subtítulos de vídeo. De hecho, las audioguías se han convertido en un recurso muy valioso para estas instituciones, ya que ofrecen al «hablante extranjero» la oportunidad de transitar por todos los elementos expuestos y reproducir una explicación por voz en su idioma, lo que resulta más ameno, puesto que no hay que apartar la mirada. Sin embargo, existe cierto debate porque en la mayoría de los museos se trata de una herramienta de pago, y no todos los turistas pueden permitirse el desembolso. ¿Podría venir en la entrada un precio reducido? Los responsables de la gestión de los museos siguen planteándose estas cuestiones. Por otro lado, los subtítulos se hacen cada vez más necesarios, puesto que es habitual ver en los museos pantallas grandes en las que se reproducen vídeos explicativos sobre los elementos expuestos. Sin embargo, aquí también existiría un conflicto en cuanto a qué subtítulos proyectar, puesto que a veces se suelen incluir en el mismo idioma local como recurso para las personas sordas, y no como estrategia de localización.
En definitiva, los museos son instituciones que precisan diversos servicios de traducción y localización. Cuando se prestan correctamente por profesionales cualificados, estos pueden aportar un enorme valor a los mismos y repercutir en un aumento de las visitas y, por ende, de la prosperidad económica y cultural de sus territorios.
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