Por desgracia, en todos los ámbitos de las relaciones comerciales, existen maleantes que intentan aprovecharse del desconocimiento y de la buena fe de las personas que se dedican a sacar adelante un negocio. En definitiva, se trata de encontrar nichos de mercado e infiltrarse de manera fraudulenta en el sector para obtener un beneficio económico al margen de la ley y con terribles consecuencias para las víctimas. En el mundo de la traducción en concreto, podría esperarse que la realidad fuera menos hostil, pero lo cierto es que, al tratarse de un sector tan competitivo, también él se ha visto afectado por varios tipos de actividades delictivas. Si bien, durante mucho tiempo, el tema que más ocupó los debates entre profesionales fue el del intrusismo laboral, en el artículo de hoy abordaremos un asunto aún más grave y mucho más habitual de lo que cabría esperar en un principio, el scamming, que afecta por igual a los traductores, a las agencias de traducción y a los mismos clientes.
En la industria de la traducción, los scammers (en inglés, «estafadores») son personas que defraudan a los profesionales del sector y a los clientes que contratan sus servicios cometiendo delitos tales como estafa, falsedad documental, intrusismo laboral y suplantación de la identidad. Pero, ¿en qué consiste?
En el ámbito que aquí nos ocupa, un scammer se dedica a robar currículos profesionales de traductores, a modificarlos adaptándolos a necesidades específicas y a promover servicios de traducción fraudulentos. Para empezar, la obtención de información laboral puede darse de dos formas distintas. Por un lado, pueden encontrar publicado el currículo de un traductor y agenciárselo. Por otro, pueden ponerse en contacto con traductores y pedirles que envíen su currículo para un encargo y, a continuación, pedirles firmar un acuerdo en el que se les autoriza a utilizar el mismo y a modificar sus datos (es decir, a darles un supuesto consentimiento para cometer una acción ilegal disfrazándola de acto caritativo: ayudar al traductor a conseguir más encargos). Seguidamente, los scammers ofrecen servicios de traducción a clientes o agencias de traducción fingiendo ser una persona que no son, afirmando poseer titulaciones, habilidades y experiencia que no poseen y prestándose a cualquier tipo de servicio, a modo de «perfil multiusos». Finalmente, la tarea se termina llevando a cabo de dos formas: o bien los scammers se encargan ellos mismos de hacer una traducción automática sin ningún control de calidad o bien subcontratan a traductores por tarifas precarias y, evidentemente, terminan no pagando en la mayoría de los casos. Asimismo, si en algún punto del proceso el traductor, la agencia o el cliente se percata del fraude y se queja, es habitual recibir amenazas por parte de estos delincuentes.
Resulta alarmante, y es que esta práctica se está convirtiendo en algo bastante habitual en la industria de la traducción. Se trata de un asunto preocupante porque estamos hablando de una extensa red de suplantación de identidades y de apropiamiento de datos que es muy difícil de detectar, y que tiene consecuencias enormemente negativas para los profesionales reales, ya que pueden llegar a confiar la calidad de una traducción a personas sin ningún tipo de conocimiento y, en definitiva, contratan los servicios de personas que no existen, con las posibles consecuencias legales. Por ello, a continuación, os damos algunos datos para detectar scammers.
Según la experiencia y la información publicada, parece haber coincidencia en cuanto a que los scammers suelen enviar un solo correo a múltiples destinatarios a la hora de anunciarse. Esto debe llamar nuestra atención rápidamente, puesto que cada agencia o cada encargo presentan necesidades concretas que no pueden coincidir con las de otros quince destinatarios. Lo habitual es recibir un mensaje personalizado en el que el candidato se postule para un puesto o encargo específico. Dentro de esta «carta de presentación», también es preciso prestar atención al estilo de la redacción, ya que en este tipo de propuestas fraudulentas es habitual encontrar un estilo lleno de faltas gramaticales y ortográficas, e incluso errores o inconsistencias de formato y fórmulas generalizadas de saludo (p. ej., estimado señor o señora, a quien corresponda o incluso un simple hola). En cuanto a la descripción de sus habilidades, los scammers suelen afirmar trabajar en ambos sentidos (es decir, traducción directa e inversa), con distintos pares de idiomas y, por supuesto, con combinaciones lingüísticas bastante infrecuentes (perfiles que existen pero que no abundan en determinados contextos). Finalmente, los scammers ofrecen tarifas muy bajas para conseguir llevarse el encargo, por lo que es preciso desconfiar de precios muy bajos o que entendamos que se alejen sospechosamente de lo habitual en el sector.
Evidentemente, no todos siguen el mismo patrón. Por este motivo, existe una página dedicada a la lucha frente a este tipo de fraude en el que los traductores y demás profesionales interesados pueden obtener más información sobre el scamming, sobre qué procedimientos seguir cuando se detecta un caso y lo que es más importante: cuenta con un directorio de correos electrónicos asociados a scammers para poder cotejar con los que vayamos recibiendo. Este directorio se va actualizando periódicamente y ayuda a combatir este tipo de práctica delictiva.
Estar al corriente de este tipo de prácticas es fundamental para poder combatir los fraudes en la industria de la traducción y ayudar a nuestros compañeros de profesión a ejercer sus funciones de forma segura y dentro de los márgenes de la legalidad.