Los habitantes autóctonos de Nueva Zelanda son los maoríes, descendientes de los polinesios que se establecieron en la isla entre el 1200 y 1300 a.C. Aunque es probable que esta isla fuera visitada por viajeros o exploradores franceses, portugueses y españoles en el siglo XVI que dejaron alguna influencia en el idioma maorí, se considera que el primer europeo que llegó a Nueva Zelanda fue un explorador holandés, Abel Tasman(1642), que dio nombre a la isla de Tasmania.Fue enviado en busca de un imaginario continente, “Terra Australis” (lo que hoy en día es Australia), para convertirlo en punto estratégico comercial y que recibiría el nombre de “Nueva Holanda”. Abel no consiguió su objetivo, pero encontró un nuevo territorio que posteriormente fue bautizado por dos cartógrafos holandeses como «Nieuw Zeeland» en honor a la provincia «Zeeland» de los Países Bajos. El nombre actual “New Zealand” es la traducción al inglés del primer nombre neerlandés.
Ciento veintisiete años después llegaron las tripulaciones del británico James Cooky del francés Jean de Surville y la isla se convirtió en un punto de encuentro de comerciantes, balleneros, pescadoresy misioneros tanto europeos como estadounidenses. Una de las consecuencias de este tráfico fue que las tribus indígenas empezaron a adquirir mosquetes que utilizaban en sus guerras internas con catastróficas consecuencias, y algunas zonas del país se convirtieron en “antros” de ocio desenfrenado.
Ante la perspectiva de que Nueva Zelanda se convirtiera en colonia francesa, los maoríes pidieron protección a la corona británicay, finalmente, la mayoría de los jefes de las tribus indígenas firmaron en 1840 un tratado que respetaba notablemente la cultura, costumbres y tradiciones de los maoríes, el Tratado de Waitangi. De esta manera, Nueva Zelanda se convierte en colonia inglesa y hoy en día es una monarquía constitucional cuyo jefe del Estado es la reina Isabel II.
El término “maorí” empieza a utilizarse cuando los habitantes nativos empiezan a convivir con los europeos, precisamente para distinguirse de estos, ya que “maorí” significa “normal”. A los colonos europeos los llamaban “pakeha”.
En Nueva Zelanda coexisten actualmente tres idiomas oficiales, el maorí, el inglés y la lengua de señas de Nueva Zelanda. No es de extrañar, considerando la historia de este país, que esta última proceda del Alfabeto Manual Inglés (BSL).
Cuando los ingleses se instalaron en este país, se llevaron con ellos la lengua de señas con la que se comunicaban sus compatriotas con problemas auditivos. En 1878 se abrió en Sumner la primera escuela para niños sordos, dirigida por Gerrit Van Asch, que era un oralista convencido y prohibió el uso de la lengua de señas para obligar a los alumnos a hablar inglés. Esta prohibición duró más de cien años, pero los alumnos siguieron utilizando clandestinamente la lengua de señas sin intervención alguna de los adultos, dando lugar a lo que hoy es la lengua de señas de Nueva Zelanda (NZSL).
Tras un largo recorrido de casi 30 años, el 11 de abril de 2006 se reconoció la NZSL como una lengua oficial de Nueva Zelanda, común para los sordos de cualquier procedencia que habitan en este país.
¿Lengua o lenguaje, signos o señas?
Aunque las cuatro expresiones “lengua de signos”, “lenguaje de signos”, “lengua de señas” y “lenguaje de señas” son frecuentes, algunos autores defienden que la más correcta es “lengua de señas”. Argumentan que no es lo mismo “lengua” que “lenguaje” ya que el primer término se refiere al conjunto de signos, palabras y normas que nos permiten comunicarnos con otros, mientras que el segundo hace referencia a la capacidad que tenemos los humanos de adquirir una lengua como forma de comunicación. “Lengua” es un concepto más amplio que “lenguaje”, ya que todas las lenguas son lenguajes, pero no todos los lenguajes son lenguas.
En relación con los términos “signo” y “seña”, algunos expertos consideran terminológicamente incorrecta la denominación «lengua de signos«, ya que todas las lenguas son sistemas de signos. Sin embargo, las dos palabras son muy frecuentes en la bibliografía y se observa una preferencia geográfica. En España suele denominarse «lengua de signos» y, con menor frecuencia, «lengua de señas«, «lengua gestual» o «mímica«. En los países americanos hispanohablantes se suelen llamar «lenguas de señas«.
Redactado por: Clara Montero Galán (Founder & CEO en Montero Traducciones)
Imagen: El Hogar de viajero