MANTENGA LA DISTANCIA INTERPERSONAL

Aspectos de la Proxémica y breves consideraciones interculturales

No podemos no comunicar. Y es que la realidad que expresan estas mismas palabras debería conformar la máxima de la Semiótica, la ciencia que estudia los signos que permiten la comunicación entre individuos.

Esta observación se evidencia en infinidad de situaciones, como cuando escuchamos un cometario y guardamos silencio o fruncimos el ceño; o como cuando nos cubrimos los ojos con las manos y volvemos la cara inconscientemente; o como cuando colocamos nuestra mochila en el asiento contiguo del transporte público. Aunque los enfoques más clásicos no contemplarían la existencia de comunicación en estos casos debido a la ausencia de un código y un mensaje explícitos, nuestra condición de seres sociales nos permite entender, por ejemplo, que en las situaciones anteriores nos hemos sentido molestos, avergonzados o reacios al contacto, respectivamente. En definitiva, no podemos no comunicar; es nuestra virtud y nuestra condena en el ámbito de las relaciones sociales.

De hecho, esta apreciación en cuanto a que no es imprescindible hablar/signar para transmitir ideas fue la que propició el surgimiento de los estudios de la Comunicación no Verbal.

 

En palabras de Ana Mª Cestero (2006)[1]: «la Comunicación no Verbal engloba todos los signos y sistemas de signos no lingüísticos que comunican o se utilizan para comunicar. Se incluyen, por tanto, dentro de ella los hábitos y las costumbres culturales en sentido amplio y los denominados sistemas de comunicación no verbal. Definida así, podemos establecer, […] dos tipos diferentes de elementos constitutivos de lo que comúnmente se denomina comunicación no verbal:

 

  1. Los signos y sistemas de signos culturales, es decir, el conjunto de hábitos de comportamiento y ambientales y las creencias de una comunidad que comunican, en sentido amplio y en sentido estricto.
  2. Los sistemas de comunicación no verbal, esto es, el conjunto de signos que constituyen los distintos sistemas de comunicación no verbal, a saber, el sistema paralingüístico, el quinésico, el proxémico y el cronémico».

 

Este extracto pone de manifiesto que la comunicación no verbal es una facultad común existente en todas las culturas, pero que en cada una se pueden observar distintos hábitos de comportamiento y signos por cada uno de los sistemas no verbales mencionados. De hecho, esta reflexión es de gran importancia para los estudiosos de las lenguas y aquellos que mantienen relaciones interculturales, porque debería ser bien sabido que el conocimiento de un idioma y la habilidad de codificar mensajes en el mismo siguiendo una serie de parámetros correctamente no siempre garantiza el éxito en la comunicación, puesto que el comportamiento no verbal que acompaña nuestro mensaje ha podido desvirtuar su fuerza ilocutiva.

Un ejemplo muy característico es el de la sonrisa. En la mayor parte de las culturas europeas, así como en la estadounidense, la sonrisa es un gesto de amabilidad y cercanía. En culturas sociópetas como la española (es decir, que buscan crear proximidad entre los hablantes), la sonrisa puede indicar complicidad, mientras que en culturas sociófugas como la estadounidense la sonrisa compensa la distancia interpersonal que tienden a crear los hablantes (vendría a ser como decir: «no invadas más mi burbuja; no te preocupes, no tengo ningún problema contigo, te lo demuestro con una sonrisa»). Sin embargo, la sonrisa no tiene el mismo valor en la cultura rusa, para la cual la sonrisa en público es percibida como un signo de desconfianza cuando no existe un verdadero motivo. Según el Huffington Post: «Studies have found that in Russia, social distance is lower relative to the United States, meaning that people generally expect to be approached by strangers and there’s more mutual understanding. There’s less pressure to display a positive emotion like smiling to signal friendliness or openness, because it’s generally assumed you’re already on the same wavelength». Por lo tanto, un hispanohablante no lograría el resultado de complicidad esperado si se acercase sonriendo a un oficial de policía para preguntarle en perfecto ruso dónde se encuentra una calle o si, viajando en el metro, cruzase su mirada con la de una persona desconocida y decidiera sonreír para compensar la tensión que siente en esa fracción de segundo. Recomiendo visualizar este vídeo (en inglés) para descubrir hasta qué punto son conscientes de estas diferencias en Rusia y este otro vídeo (en ruso) para conocer las razones detrás de este comportamiento no verbal.

Otro ejemplo característico sería el de algunos países asiáticos, en los que no podríamos generar simpatía con un niño dándole una palmadita en la cabeza o revolviéndole rápidamente el cabello, puesto que «In Buddhist culture the head is the highest part of the body and thought of as sacred […]. So in countries with large Buddhist populations such as China, Thailand, Laos, and Cambodia, touching someone’s head is an incredibly invasive gesture»[2].

 

Este último ejemplo se enmarca en dos disciplinas de la CNV que se encuentran estrechamente relacionadas: la Háptica y la Proxémica.

Actualmente, estamos viviendo una realidad muy marcada por el concepto de la distancia interpersonal; ahora, marcamos ciertos grados de separación en los diferentes ámbitos sociales por motivos higiénico-sanitarios. No obstante, este concepto lleva existiendo décadas en los estudios de Proxémica, una rama de la Comunicación no Verbal que se observa en todos los intercambios comunicativos, que varía según las culturas y en la que profundizaremos en el presente artículo.

 

Ana Mª Cestero (2006) nos explica que: «El sistema proxémico está conformado por los hábitos relativos al comportamiento, al ambiente y a las creencias de una comunidad que tienen que ver con la concepción, el uso y la distribución del espacio y con las distancias culturales que mantienen las personas en interacción. Se consideran signos proxémicos culturales, por ejemplo, la distribución que del espacio natural hace el ser humano (configuración de ciudades y pueblos, de calles, de bosques, de parques, de casas, de mobiliario…), el comportamiento de las personas con respecto al uso del espacio (el orden y desorden en la colocación de objetos, el mantenimiento de filas, el respeto de espacios prohibidos o privados…) y, en relación con ellos, se estudia dentro de la proxémica el sentido cultural de intrusión o violación de la territorialidad y la privacidad».

 

De acuerdo con este fragmento, la distribución de espacios fijos no es igual en todas las culturas. Podría destacarse que las casas occidentales suelen estar compartimentadas y cada espacio se utiliza para una o dos funciones en concreto. Por ejemplo, en una casa española uno duerme en el dormitorio, come en la cocina o en el comedor y se asea en el cuarto de baño. Sin embargo, en muchas viviendas de Europa del Este existe un cuarto separado para el aseo (ducha y lavabo) y otro para colocar el inodoro; mientras que en algunas culturas asiáticas la vivienda cuenta con paredes corredizas, de forma que el dormitorio puede transformarse en el comedor o sala de estar según la necesidad. También podrían observarse los bares. Para culturas como la española, es habitual la distribución en barras (se comparte el espacio) y mesas (espacio individual para conocidos), pero en otras zonas de Europa los bares cuentan con largas mesas que se comparten entre desconocidos que la van llenando a medida que ocupan un espacio que nosotros podríamos considerar invasivo. La Proxémica también se observa en los ascensores: en la cultura estadounidense los usuarios suelen colocarse mirando hacia la puerta de salida para evitar el contacto visual, mientras que en la cultura española solemos pegar la espalda a las paredes.

Resulta curioso cuán variopintas son las formas en las que difieren los comportamientos sociales entre las diferentes culturas, ¿verdad? Aunque bien es cierto que siempre se habla de «generalidades» y no de «verdades absolutas», puesto que el sentido de territorio de cada persona es diferente y no solo está condicionado por la herencia cultural.

 

Para conocer los conceptos básicos de la Proxémica, debemos remontarnos a la obra de Edward T. Hall, antropólogo estadounidense que inició los estudios en este campo a finales de los años 50. Una de sus mayores aportaciones la hizo cuando propuso un modelo que definía cuatro distancias interpersonales que las personas tienden a respetar mayoritariamente en las culturas occidentales. Según este artículo del Centro Virtual Cervantes: «Este espacio no es otro que el creado por los participantes de una interacción y que varía en función del tipo de encuentro, la relación entre los interlocutores, sus personalidades y otros factores». Existen cuatro categorías:

 

  1. Espacio íntimo, que va desde el contacto físico hasta aproximadamente 45 cm. Esta distancia podría subdividirse en dos intervalos distintos: entre 0 y 15 cm, distancia que presupone el contacto físico y que tendría lugar en situaciones comunicativas de máxima intimidad (por ejemplo, durante las relaciones afectivas); y entre 15 y 45 cm, que se corresponde con una distancia menos íntima pero inserta en un marco de privacidad.
  2. Espacio casual-personal, que se extiende desde 45 cm a 120 cm. Es la distancia habitual en las relaciones interpersonales y permite el contacto físico con la otra persona.
  3. Espacio social-consultivo, que abarca desde los 120 cm hasta los 364 cm y aparece en situaciones donde se intercambian cuestiones no personales.
  4. Espacio público, que va desde esta última hasta el límite de lo visible o lo audible. A esta distancia los participantes tienen que amplificar recursos como la voz para posibilitar la comunicación. Por ejemplo, durante una conferencia.

 

Por supuesto, estas distancias no son las mismas en todas las culturas, de modo que en aquellas culturas denominadas «de contacto» (como la española, la árabe, la india y la brasileña) los hablantes pueden utilizar el espacio íntimo para realizar acciones que otras culturas realizarían dentro del espacio personal (como acercarse más al hablar y establecer contacto con ciertas partes del cuerpo); paralelamente, aquellas culturas denominadas «de no contacto» (como la noreuropea, la vietnamita o la británica) prefieren guardar distancias mayores en contextos sociales y reducir el contacto en situaciones que no impliquen un cierto grado de cercanía entre los interlocutores.

 

Estos comportamientos no verbales pueden observarse en infinidad de situaciones diarias y entornos con los que interaccionamos constantemente. Por ello, muchos filólogos y antropólogos se han interesado por el estudio de casos concretos entre las diferentes culturas.

 

En Gómez F. L. (2015/16)[3] se investigan algunas diferencias en las propiedades culturales entre España, Alemania y Suiza en el marco de la proxémica en relación con la película Un Franco, 14 pesetas. Un aspecto muy interesante (ilustraciones en págs. 40-41) tiene lugar en el transporte público:

 

España: la escena ocurre en un autobús público de Madrid, donde la mujer, la hermana y el hijo del protagonista vuelven a casa después de haber visitado un piso. El autobús está lleno, la hermana está sentada y el niño sobre sus piernas, la mujer se ha quedado de pie en el pasillo, pegada al asiento de su familia y tras ella se encuentra también de pie un hombre de mediana edad con el que comparte el reducido espacio del pasillo. Por lo tanto, la hermana está en contacto con el hijo y la mujer con el desconocido durante todo el viaje. Al estar el autobús lleno, la situación se percibe como normal y a ninguno de los personajes o demás figurantes les incomoda el reparto del espacio que ha quedado en el autobús.

 

Suiza: según van avanzando en su viaje a Suiza los protagonistas, vamos notando que el entorno del transporte público es bastante diferente. Para empezar, no están tan llenos, son más grandes y sobre todo, mucho más ordenados, principalmente los usuarios. En la escena del minuto 22, nos encontramos con los españoles sentados uno frente al otro (posición sociopetal) conversando, junto a ellos una señora sola y un poco más atrás dos soldados suizos sentados uno junto al otro, hombro con hombro (posición sociofugal). Vemos aquí lo que explicábamos en el apartado 3.3 de las posiciones que favorecen o no la comunicación. Mientras que los españoles conversan más intensamente por la posición que han adoptado, los suizos van en silencio y solo responden al saludo de los españoles, dado que la posición en la que están sentados, desfavorece la comunicación.

 

En contraposición a la cultura suiza encontramos la india, en la que el concepto de espacio personal se ve muy reducido en el ámbito social. En el siguiente artículo, un representante de esta cultura describe la organización espacial en las filas de espera, consciente de las diferencias que pueden existir con las culturas occidentales:

 

Regardless of where you are queuing, do not be surprised if you suddenly find the person behind you breathing down your neck or his paunch offering your lower back a lumbar massage. Now, whilst most of you may think that the reason behind this «hokey-pokey» business is a lack of appreciation of the concept of personal spaces, the actual reason is quite simple. Give us even the smallest space to push in a finger or a nail, we will queue-crash. We simply believe in the maximum utilisation of resources. So, in short, if you are not physically touching the person in front of you in any way, then you’re not considered to be standing in the aforementioned queue. Whilst the situation is not entirely this bad for the women, I can’t honestly say it’s much better.

Do not – and I repeat EVER – let your attention wander, even for a fraction of a second whilst in an Indian queue. Imagine you’re queuing for tickets at a train station, and as in normal tourist fashion, you have a backpack on your back. Something floats by and you turn sideways to look at it. After you’re done with that momentary lapse, you try to turn back to fit back into the position you were previously. Do not be surprised if you aren’t able to. This is because, the moment you turned sideways, the man behind you has moved forward to close the gap made by your vacating backpack. Tough luck!

 

En esta misma línea, existe un artículo publicado en The Olive Press en el que un británico habla sobre este mismo caso en España y presenta el concepto de «la vez»:

 

At first, it can look familiar. You stroll into a bank or any establishment offering a service. There is a line and so you obligingly join it. But here’s the difference. One should ask who is last in the queue: «¿Quién es el último?» And you might receive as a reply: «Oh, yes, a tall man with a moustache and glasses went outside. He’ll be back soon.» This is the key to la vez. People are able to leave the queue even leave the premises, come back and then resume their place. Or, a person can leave the line, sit down somewhere, inside or maybe outside, and return to the queue as it dwindles.

 

 

Como se aprecia, los comportamientos proxémicos varían enormemente entre culturas y en infinidad de aspectos, lo que podría dar lugar a malentendidos y deducciones estereotípicas entre los representantes de las distintas culturas. Por ello, sería ventajoso que la formación en idiomas incluyera educación respecto al comportamiento no verbal asociado a cada comunidad de hablantes.

 

Por otro lado, cabría preguntarse de qué manera va a repercutir la situación actual en nuestra concepción del uso del espacio. ¿Podremos seguir abandonando las filas de espera dejando 4 metros de distancia? ¿Dejaremos de distribuirnos en los ascensores ahora que se fomenta su uso individual? ¿A cuántos asientos de distancia nos sentaremos de otros usuarios del transporte público cuando la situación lo permita? ¿Abandonaremos por seguridad las interacciones sociales dentro del espacio íntimo? Solo el tiempo lo dirá, pero será interesante ir observando día a día cómo vamos modificando nuestro comportamiento.

 

Imagen 1 obtenida de: https://aminearlythereyet.com/queuing-the-civilised-travellers-nightmare/

 

[1] Cestero, A. M. (2006). La comunicación no verbal y el estudio de su incidencia en fenómenos discursivos como la ironía. Universidad de Alcalá.

[2] Fuller, M. (2015). 9 Things that are surprisingly offensive in Asia. AFAR.

[3] Gómez F. L. (2015/16). Estudio comparativo de las relaciones proxémicas en el marco de las culturas germana e hispana. Un ejemplo con la película «Un Franco, 14 Pesetas». Universidad de Valladolid.

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