En ocasiones, las administraciones y las empresas utilizan en sus comunicaciones y documentos un lenguaje casi incomprensible: palabras vacías o ambiguas, frases retorcidas, exceso de subordinadas, etc. Los ciudadanos se enfrentan al problema de no llegar a entender adecuadamente las comunicaciones que cada día reciben de las instituciones y compañías, como cartas, facturas, instrucciones, sentencias, multas o formularios.
Sobre este problema han debatido expertos, periodistas y lingüistas durante el l XII Seminario Internacional de Lengua y Periodismo, organizado a primeros de mayo por la Fundación San Millán de la Cogolla y la Fundación del Español Urgente, promovida por la Agencia EFE y BBVA.
Después de poner el tema sobre la mesa se ha llegado a una conclusión sólida: el lenguaje claro es un derecho de los ciudadanos que deben respetar las administraciones y empresas para las que, además, resulta rentable.
Si un usuario o ciudadano puede encontrar fácilmente la información que necesita y comprenderla sin dificultad, será capaz de tomar, gracias a ella, las decisiones que afectan a su vida diaria y a su futuro.
Una comunicación clara es rentable porque la comunicación clara afecta positivamente a sus resultados económicos y a su reputación, aumenta la confianza en las empresas e instituciones y ahorra costes derivados de una incorrecta compresión de los diferentes documentos.
Se ha demostrado que cuando un determinado producto que han de utilizar muchos usuarios va acompañado de unas instrucciones claras, descienden de manera drástica las llamadas a los centros de atención telefónica para preguntar dudas derivadas de la incomprensión o el desconocimiento.
Y este concepto vale también en el caso de las traducciones. Si las instrucciones de uso o manejo de un producto, por ejemplo, se traducen por traductores profesionales (nativos y especializados), las empresas que comercializan el producto obtendrán un importante ahorro económico, aumentando además el grado de confianza del usuario hacia la empresa o marca.
Fuente: Fundéu; La Vanguardia
Imagen: Nebrija