En el sector de la prestación de servicios lingüísticos existe una gran demanda de trabajo y una oferta aún mayor de profesionales que desean participar de esta actividad económica. Como no podría ser de otra manera, en el contexto de la competencia laboral y la diferenciación, las personas que deseen acceder a una agencia, ganar la asignación de un proyecto o entrar a formar parte del directorio de recursos de una empresa tendrán que hacer todo lo posible por destacar y abrirse camino entre la multitud. Asimismo, las personas encargadas de la contratación de profesionales traductores o aquellas que busquen servicios especializados de mediación interlingüística tendrán que llevar a cabo una investigación cuidadosa y atenta para encontrar los perfiles que mejor se ajusten a sus necesidades y, sobre todo, mantenerse lejos del alcance de los estafadores. Y es que, como contamos en Scammers: Estafadores en la industria de la traducción, la red está repleta de personas que se dedican a la traducción de forma fraudulenta. Principalmente, tenemos, por un lado, a las personas que roban los currículums de traductores profesionales y los usan para presentar su candidatura suplantando una identidad y, por otro lado, a las personas que ofrecen servicios de traducción por un porcentaje anticipado del presupuesto total y que, al cabo de un tiempo, se desvanecen. En el primer caso, se trata de un delito flagrante en el que, además, se están divulgando datos personales y se está afirmando tener unas capacidades y conocimientos que no se poseen. ¿El precio que paga el cliente? Una traducción sin la menor garantía de calidad enmarcada en un contexto de ciberdelincuencia. En el segundo caso, se trata de una gran estafa que ataca directamente al presupuesto de los clientes, que acaba cayendo en saco roto, pues en la mayoría de los casos envían el dinero y nunca reciben la traducción. Toda esta exposición hace que los clientes y los responsables de contratación de las agencias de traducción deban estar especialmente alerta cuando buscan nuevos perfiles y talentos, ya que la red (el principal recurso de búsqueda) plantea una serie de riesgos que pueden terminar pagándose muy caros.
Como tal, cada vez son más las precauciones que las partes interesadas toman a la hora de decidir contratar a un nuevo profesional traductor. Por supuesto, hasta la fecha, el papel innegable del currículum es incuestionable. En él, resumimos de forma clara, breve y sincera nuestra trayectoria profesional, nuestra formación académica y las habilidades que podemos aportar a cualquier empresa de prestación de servicios lingüísticos o a cualquier cliente particular. Ahora bien, los currículums tienen una parte más desventajosa, y es que lo que se plasma sobre el papel no tiene por qué corresponderse con el desempeño real de un candidato. De un tiempo a esta parte, debemos reconocer que las estrategias de redacción de currículums y cartas de presentación tiene un gran componente de marketing, porque, como apuntábamos, hay que saber venderse, pero lo cierto es que esto a veces se consigue mediante la exacerbación de nuestras destrezas y nuestros méritos. Seguro que ahí fuera hay cientos de historias sobre profesionales que cautivaron a un equipo de contratación con un currículum impresionante y que, a la hora de la verdad, demostraron un rendimiento laboral mediocre o incluso insatisfactorio. ¿Significa esto que ya no podemos fiarnos ni de los currículums? Por supuesto que no. Los currículums son y seguirán siendo una herramienta más que sirve para aportarnos información que, sumada a otras medidas (p. ej., una entrevista presencial, una carta de recomendación, comentarios y valoraciones en páginas web, etc.), contribuye a formar una imagen generalizada de un candidato, para poder decidir si es una buena opción para un proyecto en concreto.
Sin duda, uno de los recursos más populares y polémicos en este sentido es el de las pruebas de traducción, necesarias para algunos, odiadas por otros, defendidas por algunos y reprobadas por otros. ¿Pero qué son exactamente las pruebas de traducción? ¿Qué aportan al proceso de selección? ¿Entrañan algún riesgo para alguna de las partes?
A grandes rasgos, las pruebas de traducción son un recurso que emplean las agencias de traducción y los clientes individuales para comprobar si las capacidades de un traductor o de un equipo de traductores cumple sus expectativas y reúne las características necesarias para formar parte de la plantilla habitual de dicha agencia o cliente. Estas consisten en el envío al candidato de un texto para que este realice una serie de ejercicios lingüísticos, como pueden ser la traducción, la revisión, el cotejo, la corrección monolingüe, la transcreación, la simplificación, etc. Posteriormente, la agencia o el cliente revisan la calidad del trabajo y emiten una valoración, que puede conducir o no a la contratación de los servicios de dicho profesional. Normalmente, se envía la misma prueba de traducción a distintos candidatos, para poder hacer un análisis de los mejores resultados y escoger a la persona cuyo trabajo satisfaga mejor las expectativas de las partes interesadas.
Una de las primeras polémicas de estas pruebas de traducción es si estas se pagan o no. Lo cierto es que, como norma general, los candidatos no reciben ninguna compensación por realizar una prueba de traducción, ya que esta suele llevarse a cabo con un texto predeterminado que la agencia o el cliente tiene preparado con anterioridad por reunir este una serie de características de interés, como terminología específica o dificultades de traducción. No obstante, hay casos en los que las partes interesadas deciden hacer una prueba con un texto perteneciente a un encargo real, en cuyo caso sí que suelen recompensar los servicios prestados, con independencia de que finalmente se produzca una contratación a largo plazo. Lo importante en este caso es que los traductores estén atentos y no acepten pruebas de traducción gratuitas abusivas, ya que estas no suelen superar las 300-500 palabras. Cuando el recuento es mayor, podríamos sospechar que se está enmascarando un encargo de traducción real de prueba de traducción, algo que debe combatirse.
Pero, sin duda alguna, las pruebas de traducción son un recurso beneficioso porque permiten apreciar en contexto las habilidades de un traductor en el ámbito de especialidad que nos interesa, además de ser una oportunidad de conocer como gestiona las comunicaciones interpersonales, las incidencias y otro tipo de posibles dificultades. Por ello, las pruebas de traducción realizadas correctamente son una muy buena opción en cualquier proceso de contratación en el mundo de la traducción.
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