LAS GUÍAS DE ESTILO COMO RECURSO EN TRADUCCIÓN

En el mundo de la prestación de servicios lingüísticos, todas las partes que participan en los procesos de traducción se encuentran realmente comprometidas a garantizar la consecución de un producto que sea preciso, adecuado para su uso final en contextos comunicativos específicos y que presente la calidad que se le exige a cualquier producto localizado. Esto, como es de sobra conocido, se debe a que cualquier mínimo error puede comprometer la imagen de los clientes y la de las propias agencias de traducción, o bien la de los profesionales autónomos, si fuera el caso. En este sentido, los blogs especializados en traducción, las páginas de formación y los recursos educativos a título general (cursos virtuales, ponencias, congresos, etc.) ofrecen un sinfín de ideas y recursos orientados a mejorar las dinámicas de producción en los procesos de traducción y a establecer una relación profesional entre los clientes y los proveedores de servicios lingüísticos que inspire mayor confianza y que demuestre un mayor compromiso para con los intereses de ambas partes. En esta línea, os recomendamos alguno de nuestros artículos anteriores, como La consistencia en traducción, La importancia de los servicios de revisión y El retorno de las traducciones.

De un tiempo a esta parte, en las agencias de traducción se viene observando una tendencia cada vez mayor a elaborar una serie de recursos, tanto por parte de los propios clientes como de los LSP, y a estandarizar su uso en los distintos proyectos de traducción. Se trata de las «guías de estilo» y, en el artículo de hoy, nos centraremos en explicar qué son exactamente, qué aspectos contemplan y qué ventajas pueden ofrecer para las partes implicadas en un proyecto de traducción o localización.

En esencia, en el ámbito de la traducción, una guía de estilo es un documento a modo de recurso en el que se hace constar una serie de preferencias e indicaciones que los traductores deben tener en cuenta a la hora de localizar lingüísticamente un contenido textual. Estas guías no tienen una extensión predefinida, es decir, no es obligatorio que sean más o menos largas, ya que cada una puede servir a un propósito distinto: existen guías de estilo breves para informar rápidamente de aspectos clave que deben tenerse en cuenta y, por otro lado, existen guías de estilo más elaboradas en las que se profundiza en diversos aspectos que, en conjunto, constituyen la imagen de una marca a la hora de comunicarse. En otras palabras, las guías de estilo son una herramienta que ayuda a los traductores a conocer la imagen de marca de los clientes para los que traducen, así como el tipo de lenguaje que quiere utilizar con sus propios clientes. Recordemos que, en muchos casos, las traducciones no son una ciencia exacta y puede haber varias formas de localizar un material textual. En ese intervalo de posibilidades, el traductor puede utilizar un tono, un registro, una terminología y un estilo que sean correctos en términos formales, pero que no se correspondan con el tono, el registro, la terminología y el estilo que utilice el cliente o que desee imprimir en sus traducciones. Por ello, resulta muy útil crear un documento en el que el cliente explique qué expectativas tiene de la traducción, qué criterios hay que seguir y qué imagen desea crear en la lengua de destino. Por supuesto, también puede ser la propia agencia la que decida proponer la elaboración de este recurso una vez que la relación con el cliente esté afianzada, o incluso elaborar una guía de estilo interna para unificar las traducciones que se entreguen desde la misma. Ahora bien, ¿qué aspectos incluyen estas guías de estilo?

Los aspectos que se incluyan dependen en gran medida del tipo de proyecto. Puede tratarse de una guía de estilo general para todas las traducciones que solicite una empresa sobre un tema específico o puede tratarse de una guía específica con instrucciones concretas para un encargo en particular. Sin embargo, suele haber una serie de puntos comunes que conviene incluir en estos recursos para optimizar los resultados. En primer lugar, uno de los aspectos fundamentales es la presentación. A la hora de traducir, es importante conocer para qué tipo de empresa traducimos, cuál es su imagen de marca y que tipo de impresión desea causar en sus respectivos clientes. Normalmente, se suele incluir un resumen del tipo de documentos que genera y de la función que estos desempeñan en términos generales. En esta misma línea, se pueden adjuntar referencias a materiales ya publicados en el idioma de destino en cuestión (si existen) y, por supuesto, una descripción de la audiencia a la que suelen ir dirigidos sus productos, ya sean comerciales o publicitarios. En un aspecto más específico, se suelen detallar cuestiones gramaticales y ortográficas: cuándo usar letra mayúscula, qué tipo de comillas emplear, elección entre el pronombre personal o usted, la posibilidad de usar lenguaje coloquial, cómo separar los numerales (con espacios de no separación, con puntos, con comas…). Aunque los traductores suelen seguir las guías lingüísticas de entidades con autoridad, es posible que el cliente tenga preferencias individuales derivadas de sus relaciones con una región específica o con un tipo de audiencia determinado. Por supuesto, una de las consideraciones más importantes es la de la terminología técnica. Las empresas tienen productos que distribuyen a distintos mercados internacionales, y no pueden permitirse que, en la misma lengua, unas veces se traduzcan de una forma y otras, de otra. Por ello, las guías de estilo suelen reservar un apartado para hacer indicaciones a modo de glosario sobre traducciones fijas. De esta forma, garantizan consistencia, precisión y una mayor homogeneidad.

Con todo ello, veremos que los resultados a corto y largo plazo de cara al cliente son mucho más satisfactorios. Las guías de estilo nos permiten afianzar nuestro compromiso profesional y demostrar que, como proveedores de servicios lingüísticos, prestamos atención a todos los aspectos de sus materiales textuales. Asimismo, agilizamos los procesos, ya que no es necesario entrar siempre en debates sobre cuestiones relativas al tono, al registro y a la terminología; está todo recogido en la guía de estilo. Por supuesto, mejoraremos la calidad a nivel global y, en última instancia, reduciremos los costes, ya que no tendremos que recurrir a segundas revisiones para comprobar aspectos que podrían haber quedado decididos desde un principio.

En conclusión, las guías de estilo son un recurso de gran ayuda para los procesos de traducción, por lo que es muy recomendable que los clientes reflexionen sobre estas cuestiones y depositen su confianza en proveedores de servicios lingüísticos profesionales. Se trata, en definitiva, de una inversión a largo plazo.

Ref. de la imagen: https://www.penguin.co.uk/articles/company/getting-published/How-book-covers-are-designed.html

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