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LA TRADUCCIÓN INVERSA COMO ESTRATEGIA DE VERIFICACIÓN

Los proveedores de servicios lingüísticos tienen como prioridad desempeñar su labor asegurando a los clientes que todos los encargos lleven impresa la máxima calidad. Con este fin, tanto las empresas como los profesionales autónomos diseñan minuciosos procesos de gestión y revisión mediante los cuales puedan alcanzar resultados competitivos. Tanto es así, que los estándares internacionales por lo que se rige este sector establecen una serie de pautas específicas para garantizar el cumplimiento de estos objetivos, por ejemplo, la autocorrección, la revisión y la corrección. Si bien es cierto que dichos estándares recogen los procedimientos más convencionales y eficaces, en el ámbito de la traducción existen otras estrategias bastante curiosas que pueden resultar útiles en determinados contextos y que representan la gran diversidad de tipologías presente en la traducción interlingüística. Uno de los ejemplos más llamativos es la traducción inversa o back translation. Ahora bien, ¿en qué consiste?

 

La traducción inversa se emplea como proceso de verificación; por lo tanto, en primer lugar, es preciso traducir un documento de una lengua de origen a una lengua de destino, como de costumbre. A continuación, se utiliza esa traducción resultante como texto fuente y se traduce su contenido a la lengua de origen inicial. Por supuesto, con esto no se pretende que la nueva versión sea idéntica a la forma del texto original, sino que se busca comprobar que las ideas que contenía este siguen presentes a lo largo de los procesos de traducción, lo que indicará que esta se ha realizado satisfactoriamente. Podría decirse que esta estrategia se basa en la conocida «prueba de la suma/resta», por la que se puede comprobar si un resultado es correcto si al hacer la operación a la inversa se obtiene el valor inicial (p. ej., 2 + 6 = 8 porque 8 – 6 = 2). Como tal, muchos profesionales se decantan por esta herramienta en sus procesos de control de calidad, que puede ser complementaria a otras más conocidas. Por supuesto, para realizar una traducción inversa correctamente, es necesario conocer los pasos que la conforman.

 

El primer paso para hacer una traducción inversa es el más evidente: hay que traducir a la lengua de origen inicial un documento previamente traducido desde esta. Normalmente, esta parte del proceso suele corresponderse con una «traducción a ciegas» o blind translation. Esto es así porque lo ideal es seleccionar para la tarea a un traductor distinto que no haya tenido contacto anteriormente con los documentos. De este modo, se evita que pueda recurrir directamente al texto original o que conozca las ideas principales de antemano, lo que afectaría gravemente la imparcialidad. Asimismo, es aconsejable hacer una traducción más literal que naturalizada, porque se busca comprobar con la mayor precisión si en la traducción origen>destino inicial figuran los aspectos fundamentales del texto fuente, y los procesos de naturalización pueden llegar a difuminarlos.

Después de acabar la traducción inversa, hay que comparar esta con el texto fuente. Aquí no se busca hallar una correspondencia palabra por palabra, sino que se presta atención a que todas las ideas principales del texto fuente figuren en ambas versiones. Este paso es el más importante, porque es el que permite detectar errores tales como imprecisiones, omisiones, adiciones, etc.

Finalmente, hay que señalar estos aspectos dudosos en la comparación y hacérselos llegar al traductor inicial para que haga las comprobaciones pertinentes e incorpore las nuevas traducciones en caso necesario. Lo más aconsejable es redactar un informe en el que se resuman los cambios y se indique brevemente por qué hay que realizar modificaciones.

 

Dicho lo cual, queda patente que la traducción inversa es una modalidad de traducción muy minuciosa. Por ello, muchos profesionales la emplean de forma complementaria para los procesos de verificación de algunos tipos de textos. Los más habituales son los de empresas de productos sanitarios, las compañías farmacéuticas y los ensayos clínicos. Los textos médicos suelen tener un contenido más objetivo y se prestan mejor a este tipo de herramientas más literales. Por lo tanto, esta modalidad no sería igual de efectiva para textos de publicidad o localización, ya que en ellos intervienen procesos de creación artística que, por naturaleza, se alejan convenientemente del material de origen.

 

Por último, conviene aclarar que, si bien la traducción inversa es una estrategia muy útil, esta nunca podrá sustituir a otros procesos como la revisión y la corrección monolingüe, ya que su eficacia está reconocida por los organismos internacionales y son los que permiten mantener un contacto más estrecho con el original y la versión traducida.

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