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LA TRADUCCIÓN DE ABREVIACIONES PARTICULARES

La constante evolución de las lenguas también se ha visto influida por los ideales de inmediatez y rapidez que gobiernan nuestro contexto comunicativo y sociocultural actual. En concreto, esta realidad se ha manifestado en un aumento considerable del uso de abreviaciones. Y es que este recurso lingüístico permite acortar palabras o incluso reducir a una unidad de comunicación mucho más pequeña un sintagma de gran extensión (p. ej., PYME, IVA, DNI, a. C. y d. C., dpto., Dr./Dra., etc.). Algunas se pronuncian ligando los fonemas individuales como si fueran una palabra «corriente», otras se deletrean al mencionarse y otras simplemente suponen un ahorro en los textos escritos, puesto que se pronuncian completas en el lenguaje oral común. Pero las abreviaciones no solo existen en el registro cotidiano. De hecho, se trata de uno de los rasgos característicos de los textos de especialidad y la terminología empresarial. Verdaderamente, los conceptos a los que se hace alusión en este tipo de contextos suelen tener nombres bastante extensos, por lo que las respectivas comunidades de expertos y profesionales emplean abreviaciones (tanto en el ámbito escrito como en el oral) para comunicarse con mayor agilidad y precisión.

 

Sin embargo, en el mundo de la traducción, las abreviaciones pueden llegar a comportar algunas complejidades a la hora de reproducir su significado en la lengua de destino. Para empezar, es preciso comentar que en inglés existe un uso de abreviaciones mucho más extendido que en español, sobre todo en relación con las siglas. Como tal, es frecuente encontrar documentos en inglés donde una gran parte del material textual está compuesta por abreviaciones (por ejemplo, formularios, contratos y ensayos clínicos). Algunas son conocidas generalmente dentro del ámbito de especialidad; en este caso, puede darse el caso de que se use la misma abreviación en la lengua origen que en la de destino o que la lengua de destino cuente con su propia abreviación equivalente. Pero, por el contrario, hay ocasiones en las que los profesionales de la traducción reciben textos con abreviaciones menos conocidas, esto puede deberse a que provengan de neologismos y, con frecuencia, a que pertenezcan a la terminología propia de una organización.

 

Los problemas que plantean son distintos. Por un lado, las abreviaciones de neologismos suelen dejarse como en el original. Normalmente, se pone en primer lugar la expresión completa y, a continuación, la abreviación entre paréntesis, que pasará a utilizarse a lo largo del texto. Se trata de la solución menos arriesgada, y será el propio uso de la comunidad de expertos el que determine cómo evolucionará dicho término. Por supuesto, siempre se pueden recibir instrucciones de adaptación a la lengua de destino, pero son los casos menos habituales. Por otro lado, las situaciones en las que más «estrés» experimentan los traductores se dan cuando reciben textos redactados por una empresa en los que se utiliza una gran cantidad de abreviaciones que son conocidas únicamente por los miembros de la misma pero que, sin mayor contexto, suponen una auténtica incógnita para los profesionales de la prestación de servicios lingüísticos, de modo que hallar su significado es a veces como buscar una aguja en un pajar. En una primera etapa de documentación, es recomendable buscar posibles publicaciones con abreviaciones similares. Además, en formularios y contratos, es posible averiguar el significado de estas abreviaciones por los datos que se cumplimentan. Aunque normalmente no se encontrarán todos los resultados o estos serán poco esclarecedores, otra estrategia consiste en enviar una consulta al cliente en cuestión. Lo recomendable es hacer un estudio del documento y enviar un único mensaje en el que se recojan todos los elementos que planteen una dificultad de traducción. Por ello, para evitar esta etapa que a menudo perjudica la organización temporal de ambas partes, es preciso concienciar también a los clientes y aconsejarles, a la hora de enviar un texto corporativo propio, hacer una comprobación inicial para detectar terminología específica de su empresa y explicar qué significan de antemano. Es más, a la larga, con esta información se pueden elaborar glosarios en los que queden recogidos estos aspectos de cara a futuros proyectos, lo que garantiza traducciones más cohesionadas. Y es que mantenerlas como en el original no siempre es una buena solución. A veces, mantener la abreviación original o traducirla por su equivalente abreviado en la lengua de destino no será suficiente para la audiencia de destino, que experimentará los mismos problemas a la hora de interpretar su significado.

 

En definitiva, es preciso dialogar con los clientes para conocer su estrategia comercial y la terminología con la que se comunica con sus propios clientes. De esta manera, podemos garantizar traducciones en la que no conste simplemente una traducción equivalente, sino traducciones funcionales que hagan que la empresa cuente con su propia seña de identidad en los mercados internacionales.

 

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