La traducción es entendida en el contexto profesional como una actividad que se enmarca en el ámbito de la prestación de servicios lingüísticos. Desde este sector, se trata de definir cuál es su naturaleza desde el punto de vista de su aplicación más inmediata, es decir, la correspondencia intercultural en las diferentes industrias, y, asimismo, se estudian los distintos perfiles de los traductores para intentar formular con precisión cuáles son las mejores estrategias de formación especializada y las mejores prácticas que deben seguirse para alcanzar un rendimiento óptimo. En esta línea, se es muy consciente de la importancia de la traducción a la hora de derribar las barreras lingüísticas en los procesos de internacionalización tanto en los campos técnicos (ciencias de la salud, tecnologías de la información, propiedad intelectual, etc.) como en los campos artísticos (cine, literatura, etc.), donde la traducción sirve para conectar culturas y promover la difusión de conocimientos y evocar a los sentidos. Sin embargo, son muchas las corrientes que defienden que la traducción, como ejercicio intelectual, comporta un gran valor para otros fines, como, por ejemplo, el aprendizaje de idiomas.
Si bien es cierto que en el pasado la traducción no gozaba de prestigio en las dinámicas de enseñanza de idiomas porque parecía relegar a un segundo puesto la lengua nativa, en la actualidad muchas instituciones confían en que esta actividad puede representar un beneficio importante para los grupos de estudiantes, y poco a poco empiezan a incorporar esta estrategia en la planificación de los cursos de idiomas. Por ello, en este artículo hablaremos con mayor detenimiento de este recurso educativo, de su naturaleza y de sus múltiples aplicaciones.
Tras superar el citado periodo de desprestigio, las traducciones regresaron al contexto educativo con una fuerza renovada. Los profesores y los investigadores en lenguas se han percatado de que la traducción está presente en cualquier proceso de aprendizaje lingüístico y consideran que potenciarlo puede llegar a ser beneficioso. Entre los motivos, podemos destacar que la traducción nos ayuda a reforzar nuestros conocimientos en materia de vocabulario, gramática y expresión oral. Típicamente, nos esforzamos en memorizar correspondencias directas que olvidamos al cabo de un tiempo, pero, si trabajamos con textos en lengua extranjera, nos detenemos en sus palabras y expresiones y dedicamos nuestro tiempo a pensar en cómo expresarlo adecuadamente en nuestro idioma, iremos estableciendo poco a poco un vínculo con la lengua de estudio que se ira asentando paulatinamente en nuestro subconsciente. Asimismo, la traducción es un recurso que nos ayuda a observar y recordar. Esta idea está muy relacionada con otro aspecto, y es que la traducción nos obliga a fijarnos en la intención del texto y a desarrollar nuestra comprensión lectora. En otras palabras, como sabemos, no es posible traducir correctamente sin entender cuál es el sentido del texto y reflexionar acerca de cuestiones como el tono o la audiencia a la que va dirigido. Por ello, cuando traducimos en estos casos nos alejamos de la traducción literal y nos esforzamos por reproducir en nuestra lengua materna la intención plasmada en el original, lo que, a su vez, nos ayudará a familiarizarnos con los giros lingüísticos que se emplean en el idioma extranjero para expresar lo que en nuestro idioma se expresa mediante otros giros. La traducción, como el aprendizaje de idiomas, se basa en observar cuidadosamente para poder reproducir una idea funcionalmente. Dicho de otro modo, aprendemos las convenciones de ambas lenguas y culturas y las interiorizamos con mayor facilidad. En última instancia, también conviene tener en cuenta que la traducción, aparte de ser la actividad profesional que normalmente nos ocupa, también ocupa un lugar más desenfadado en las comunicaciones interpersonales, pues en nuestro día a día es habitual tener que explicar el uso de extranjerismos a personas que no dominan ese idioma o a tener que mediar en calidad de intérprete puntual en conversaciones donde participan interlocutores que no hablan una de las lenguas en uso. En definitiva, la traducción es un recurso enormemente ventajoso para desarrollar nuestras habilidades lingüísticas y comunicativas, tanto en la lengua nativa como en la de estudio.
De cara a la puesta en práctica y la inclusión de la traducción en las metodologías de enseñanza, se suele recalcar que esta debería considerarse como una quinta competencia añadida a las cuatro competencias convencionales (la comprensión y la expresión, orales y escritas) y que no debe ser superior en importancia, ya que estas últimas se han diseñado deliberadamente, cumplen propósitos específicos y se ha demostrado que contribuyen conjuntamente al desarrollo lingüístico del estudiante. La traducción es una actividad divertida y entretenida que puede servir como complemento a la formación, e incluso como distracción. Asimismo, es aconsejable fomentar la traducción inversa e indirecta, aunque surjan diversos niveles de dificultad. Cuando traducimos en cualquier dirección, tenemos que leer con atención y descodificar los significados para después poder pensar en la manera más acertada de volver a expresar ese mismo contenido en otra lengua, es decir, «recodificar» el mensaje. Para hacer esta tarea más interesante, se recomienda a los docentes que escojan textos con temas atractivos o que se encuentren dentro de los intereses del grupo de estudiantes. Además, hay que prestar atención para procurar que el nivel de estos textos se ajuste al nivel de competencia de dichos estudiantes. Con ello, lograremos diferentes objetivos según el nivel en el que se trabaje. A los principiantes, les ayudará a detectar falsos amigos, a percatarse de las diferencias entre ambas estructuras lingüísticas y a aprender equivalencias oblicuas, es decir, no directas, entre palabras y expresiones. A los alumnos intermedios, les ayudará a refinar sus elecciones lingüísticas a la hora de expresarse y a adquirir vocabulario más especializado. Y a los alumnos más avanzados, les permitirá describir e interactuar con el mundo en el que viven, así como aplicar todos sus conocimientos a circunstancias comunicativas reales.
Como podemos ver, la traducción es un recurso de creación que nos permite conectar culturas, aprender sobre ellas y ganar confianza en el estudio de sus respectivas lenguas.
Ref. de la imagen: https://www.manifezt.org/benefits-of-diversity-in-the-classroom/