LA MENTIRA Y LA SEGUNDA LENGUA

Los estudios de lingüística, en concreto, en su aplicación a la antropología, prestan una gran atención a la forma en la que afecta el uso del idioma a la personalidad y al comportamiento de los seres humanos, tanto de forma individual como de forma colectiva, dentro del grupo. Estas averiguaciones intentan dar respuesta a grandes interrogantes, como si es cierto que nuestra forma de entender el mundo la configura la lengua en la que pensamos o si hacemos avanzar la lengua en una dirección que refleje nuestro pensamiento. En el camino, se van haciendo descubrimientos muy interesantes sobre las particularidades de las diversas culturas y los idiomas en los que se comunican, así como su vinculación hacia otras culturas con las que se relacionan. En este sentido, en ocasiones, se realizan estudios que buscan determinar el impacto de una segunda lengua (entendida generalmente como una lengua extranjera aprendida) en una comunidad de hablantes, en su forma de expresarse e incluso en su evolución sociológica. Por ejemplo, unos experimentos bastante curiosos tienen que ver con la frecuencia con la que mienten las personas en función del idioma que estén utilizando: su lengua vernácula o una segunda lengua aprendida.

En realidad, se trata de una cuestión que plantea aún ciertas incógnitas, y es que existen dos escuelas de pensamiento antagónicas que defienden posturas contrapuestas. ¿Tenemos mayor facilidad para mentir cuando hablamos en nuestro idioma o lo hacemos mejor y más a menudo cuando hablamos en otro idioma? En el artículo de hoy, os presentamos dos experimentos relacionados para que podáis sacar vuestras propias conclusiones.

Por un lado, existen estudios que parecen evidenciar que mentimos más cuando hablamos en una lengua extranjera. Para ello, un grupo de científicos ha investigado los resultados de un estudio realizado paralelamente en varios puntos del planeta, como España, Estados Unidos e Israel. En concreto, lo que se buscaba era saber si las personas eran más o menos honestas cuando empleaban una lengua extranjera o bien su lengua nativa. Sus conclusiones parecen claras: «En un contexto de lengua extranjera, las personas tienden a mentir menos que cuando están en un contexto de lengua nativa», así lo explica Albert Costa, coautor de la investigación. Para ello, se sometió a un grupo de personas a una prueba cuando menos curiosa.

A cada uno de los participantes (en Barcelona se reclutaron 185 individuos cuya lengua materna era el español y conocían además el inglés) se le asignó aleatoriamente a un grupo, uno que debía hablar en español u otro que debía hablar en inglés. Seguidamente, se les pidió que entrasen en una habitación en la que estarían solos, sin ningún tipo de vigilancia. Una vez dentro, debían lanzar un dado y, a continuación, comunicar el número que habían sacado. Todos ellos lo hacían con una premisa, que a su vez planteaba un dilema moral: «a todos ellos se les pagaría en euros [en el caso de Barcelona] el número que hubieran obtenido con el dado». Es decir, si sacaban un 6, recibirían 6 €, mientras que, si sacaban un 1, recibirían 1 €. Evidentemente, solo conocerían el número verdadero los sujetos que lanzaban el dado dentro de la habitación.

En un principio, los investigadores suponían que, estadísticamente, lo normal sería obtener más o menos el mismo número de posibles resultados, es decir, el mismo número de seises, que de cuatros y doses. Siempre, claro está, que dijesen la verdad. Si actuasen en su beneficio económico, cabría esperar obtener más seises que doses. Y, por supuesto, eso fue lo que pasó. Detectaron que, cuando la explicación del número se hacía en inglés, el número se seises y cincos fue menor que cuando esta se hizo en español. Al parecer, el efecto es claramente significativo y aparece en todas las muestras de las distintas localizaciones geográficas.

Los investigadores sospechan que podría haber dos explicaciones detrás de este fenómeno. Una sería que, cuando alguien está en un contexto de lengua extranjera, es menos emocional; este descenso de la emoción permitiría a la persona ser más analítica y ser consciente de que no está bien mentir. La segunda tendría que ver con el dominio de la lengua: cuando hablamos una lengua extranjera, el procesamiento es más lento, más costoso y eso puede frenar ese primer impulso. Para obtener más información sobre este estudio, os dejamos un enlace al siguiente artículo.

Por otro lado, hay una vertiente que sostiene que es mucho más fácil mentir cuando hablamos en una segunda lengua. Por ejemplo, podríamos destacar la labor de un grupo de psicólogos de Wurzburgo, que realizó una serie de experimentos con 50 sujetos de estudio. Estos debían responder a varias preguntas, a veces con la verdad y a veces mintiendo, tanto en su lengua nativa como en una lengua extranjera. Algunas preguntas eran neutrales (p. ej., «¿Berlín es una ciudad alemana?») y otras tenían un marcado componente emocional (p. ej., «¿Ha consumido drogas alguna vez?», «¿Trabajaría como modelo de desnudos?»). Los investigadores prestaron atención a una serie de parámetros durante el periodo de respuesta, como el tiempo que tardaban en responder, la actividad electrodérmica y la frecuencia cardíaca. Finalmente, llegaron a las siguientes conclusiones:

En primer lugar, observaron que los sujetos que hablaban en la segunda lengua tardaban más en responder que los que hablaban en su lengua nativa. Pero, a título general, en ambos grupos se tardaba más en decir una mentira que es responder con la verdad. Sin embargo, las diferencias en cuanto al tiempo entre las respuestas falsas y verdaderas son menos evidentes en el grupo que hablaba en la segunda lengua, si bien esta diferencia de tiempo no tiene que ver con que haga falta más tiempo para mentir, ya que se tarda más tiempo en contar una verdad en la lengua nativa. Eso sí, con independencia de que la pregunta fuera neutral o emociona, las diferencias en cuanto al tiempo a la hora de contar una verdad o una mentira son, por lo general, más pequeñas cuando hablamos una lengua extranjera.

Para los investigadores, esto se debe a que, cuanto mayor es la distancia emocional en una lengua extranjera, más se reprime la carga cognitiva a la hora de mentir. Para obtener más información sobre este estudio, os dejamos un enlace al siguiente artículo.

Parece que la cuestión tendrá que seguir investigándose a fondo. Los resultados a largo plazo son desde luego muy interesantes y útiles, ya que pueden aportar valor en los procesos de investigación de sospechosos en contextos delincuenciales. Mientras tanto, la comunidad de apasionados por el impacto de las lenguas en los seres humanos seguirá con atención los avances en materia de antropología lingüística.

Ref. de la imagen: https://www.brocante-bij-ingie.nl/products/pinocchio-marionet

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