En el momento actual, es evidente que la concienciación sobre los servicios de asistencia sanitaria ha aumentado considerablemente como consecuencia de la situación mundial que venimos experimentando. Ello nos ha hecho fijarnos con mayor atención en los elementos que componen la industria médica y las necesidades de los profesionales que desempeñan en ella su encomiable labor, así como la de sus propios usuarios. Desde nuestra perspectiva como agencia de traducción, dedicamos un artículo a analizar el conjunto de servicios lingüísticos más demandados en los hospitales y demás centros de salud, con especial atención a la traducción de documentos médicos y la mediación interlingüística entre pacientes y profesionales sanitarios (p. ej., interpretación interlingüística o interpretación de lengua de signos). Sin duda, quedó patente que, en un hospital, donde existe una gran afluencia de personas que acuden por alguna situación de emergencia o para hacer consultas especializadas, la comunicación entre los médicos y sus pacientes es fundamental para lograr los resultados esperados. Sin embargo, en estos entornos pueden aparecer barreras lingüísticas, ya que, en ocasiones, los pacientes de un hospital pueden no hablar la(s) lengua(s) que se utiliza(n) mayoritariamente en el territorio en el que precisan atención sanitaria (p. ej., migrantes, turistas, estudiantes internacionales, etc.). Precisamente por ello, es fundamental que estos centros cuenten con recursos humanos adecuados para garantizar una mediación interlingüística e intercultural de calidad, algo que se consigue mediante la contratación de servicios de interpretación médica profesionales.
Como bien se sabe, la interpretación médica es aquella actividad de mediación interlingüística por la que se traduce un texto oral expresado en una lengua a otra lengua distinta a través de un canal igualmente oral. Por supuesto y, como hemos explicado en otros artículos, las cualidades que se les exige a un intérprete profesional tienen puntos en común en todas las especialidades, pero cada campo se reserva unos rasgos propios que el profesional debe tener en cuenta para adherirse a las necesidades de situaciones comunicativas concretas y las expectativas por parte de los interlocutores. Así, en la interpretación médica, ambas partes esperan que sus mensajes sean comprendidos y reproducidos con precisión, sin omisiones y respetando cada registro (no traducir todos los síntomas que experimenta un paciente o no explicarle el motivo concreto que ha podido dar lugar a una dolencia oscurece todo el proceso y genera lagunas de información graves). En esta misma línea, se le supone al intérprete un gran dominio de ambas lenguas que, sin solaparse con el bilingüismo, se refiere a la capacidad de poder cambiar rápidamente de un idioma a otro con la inmediatez que caracteriza este tipo de intercambios lingüísticos, que se producen en tiempo real y que normalmente requieren de una interpretación de acompañamiento o simultánea. Asimismo, deben saber utilizar la terminología específica del ámbito de especialidad, conocer tecnicismos y expresiones propias de las interacciones en el ámbito hospitalario, de nuevo, para garantizar precisión en el proceso de interpretación. Por otro lado, este tipo de profesionales debe estar muy concienciado acerca de la confidencialidad que hay que respetar a la hora de trabajar con los datos personales de pacientes, puesto que su divulgación puede considerarse delito. Además, estos deben estar preparados para trabajar bajo presión, ya que el ritmo de los hospitales es muy exigente y está sujeto a un sinfín de situaciones inesperadas o difíciles de conducir (interpretar para una persona que demuestra estar sintiendo un gran dolor físico, tratar con personas en estado de shock o comunicar noticias desagradables, por ejemplo). La ética en los servicios de interpretación médica es un asunto muy analizado, pero, en esencia, reivindica la necesidad de estar informado acerca de las diferencias culturales de los hablantes entre cuyos idiomas se traduce y saber tomar decisiones profesionales orientadas a la consecución del trabajo que se desempeña. Por ello, los intérpretes deben tener grandes habilidades de comunicación interpersonal, necesarias para el trato cara a cara.
Como tal, parece una lista de cualidades sumamente específica y dilatada, pero, si tenemos en cuenta los riesgos a los que se expone un centro sanitario, podremos entender perfectamente que se les exija un alto grado de capacitación. Y es que una interpretación errónea o la ausencia de este tipo de servicios lingüísticos puede traducirse en diversos errores a lo largo del sistema sanitario. Si un médico no entiende correctamente los síntomas que expone el paciente, va a tener menos recursos a la hora de realizar un diagnóstico o de escoger las pruebas necesarias para detectar posibles dolencias, algo que también suele suceder cuando los historiales médicos no se traducen con exactitud. Por supuesto, el paciente tiene todo el derecho a recibir una explicación minuciosa de cuál es su diagnóstico, cuáles son las causas y, como no podría ser de otra manera, del tratamiento que debe seguir. Si uno de estos aspectos falla, el paciente se encuentra en una situación de desventaja que, a la larga, se relaciona con un mayor índice de reingresos, amén de aumentar considerablemente los niveles de estrés de los mismos, que se encuentran «incomunicados» en una situación de máxima susceptibilidad.
Sin embargo, a día de hoy muchos hospitales y centros de salud siguen encontrando dificultades para poder acceder a este tipo de servicios. Y es que muchos de ellos cuentan con presupuestos ajustados y tienen que decidir destinarlo en otra dirección, o bien existe escasez de profesionales cualificados para combinaciones lingüísticas concretas y más infrecuentes. Por ello, es fundamental seguir concienciando acerca de la importancia de los servicios de mediación interlingüística y de la formación especializada para garantizar resultados con la mayor calidad.
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