Si hay una máxima aplicable al conjunto de servicios lingüísticos dentro de la industria de la traducción, esa sería la de imprimir en los productos la más alta calidad. En efecto, desde el punto de vista más profesional, la traducción no es solamente un ejercicio de reproducción interlingüística consistente en expresar en un idioma lo que se ha expresado previamente en otro. La realidad es que una traducción debe ir ligada indefectiblemente a la garantía de que esta es una reproducción fiel del contenido original y que es equivalente dinámicamente, algo que, aunque parezca mentira, no siempre se somete a control y que puede dar lugar a problemas en el futuro, como perjuicios derivados del uso de una traducción errónea, que ya presentamos en este artículo. Para ello, en los procesos de autocorrección y control de calidad, se ha establecido una serie de parámetros que permiten analizar la calidad de una traducción desde un punto de vista objetivo, de modo que se puedan subsanar posibles imprecisiones antes de que se produzca la entrega.
Uno de estos parámetros, probablemente uno en los que más se insista, es el de la consistencia. En el sector de la prestación de servicios lingüísticos, la consistencia es un parámetro de garantía de calidad que permite verificar que las opciones de traducción entre un material original y un material de destino son siempre las mismas. Dicho de otra forma, se encarga, por ejemplo, de confirmar que un término o expresión se traduzca de la misma manera a lo largo de un texto o de un proyecto que comprenda varios textos. Y es que, en ocasiones, es posible traducir un material de varias maneras, pero lo ideal es escoger una única opción y aplicarla consistentemente. De lo contrario, podría parecer que se mencionan más referentes de los que realmente existen, y que un lector en destino identifique dos elementos distintos cuando en realidad solo existe uno. Otro ejemplo muy común se da durante la traducción de un proyecto a diferentes idiomas. Teniendo en cuenta que lo habitual es que solo se utilice un traductor por combinación lingüística, las traducciones de proyectos multilingües se asignan a diferentes profesionales, que en ocasiones no están en contacto entre sí y, normalmente, deben tomar decisiones importantes, arriesgándose a que sus probablemente desconocidos compañeros tomen una decisión distinta. ¿Qué pasaría, por ejemplo, en el caso de la traducción de una página web en la que aparecieran cargos de empresa? El traductor a un idioma podría escoger dejarlos como en el original, mientras que el traductor de otro idioma podría decantarse por localizarlos para mayor comprensión de la audiencia de destino. Entonces, si cada uno actuase según sus decisiones, la traducción resultante sería inconsistente, porque una contendría un servicio de localización y la otra no, lo que dejaría en posiciones desiguales a ambas audiencias de destino.
Dicho lo cual, es evidente que la consistencia es un factor determinante en las traducciones y que puede verse comprometido en cualquier punto del proceso. Por ello, es fundamental que los profesionales de esta actividad, las agencias de traducción y los propios clientes adopten medidas para reducir la aparición de inconsistencias y combatir las posibles consecuencias que se deriven de ellas.
En esencia, podría afirmarse que existen tres etapas distintas en las que se puede actuar y poner medidas dirigidas a combatir el riesgo de inconsistencias.
En primer lugar, pueden tomarse medidas antes del inicio de la traducción, durante la etapa de negociación entre el cliente y el prestador del servicio. Por lo general, los clientes hacen llegar el documento que necesitan traducir o bien presentan el tipo de material que desean localizar (p. ej., una página web). En este momento, resulta ventajoso hacer un análisis de dicho material e identificar posibles aspectos que puedan prestarse a interpretación por parte de los traductores, que puedan suscitar enfoques traductológicos distintos o bien simplemente las preferencias de traducción de dichos clientes. Estas acciones permitirán recoger información útil que se les trasladará a los traductores encargados del proyecto. Por supuesto, conviene comentar con ellos los beneficios de mantener un canal abierto de consultas y animarles a plantearse esta serie de cuestiones de cara a futuros proyectos. Y es que, en ocasiones, los clientes no están igual de concienciados y precisan más información al respecto.
A continuación, deben tomarse medidas durante el proceso de traducción en sí. En esta categoría entran muchos aspectos. Por ejemplo, uno de los más importantes es el de la autocorrección. El traductor en contacto con el texto es el que debe estar alerta para detectar repeticiones de términos o expresiones y garantizar una traducción consistente; para ello, puede ir realizando anotaciones, emplear herramientas de búsqueda y sustitución o utilizar aplicaciones más específicas. En casos de proyectos que se repartan entre varios traductores, un escenario típico de inconsistencias, puede crearse un canal de comunicación entre esos traductores y pedirles que vayan haciendo anotaciones sobre la marcha acerca de la terminología, por ejemplo, a través de la edición de un archivo en tiempo real con Google Drive. Esto permitirá ir haciendo consultas y cambios a lo largo del proceso de traducción y llegar a un acuerdo previo, ya que iniciar debates a posteriori consume mucho tiempo.
Por último, se pueden tomar medidas después de finalizar la etapa de traducción. Aquí es donde entraría la tan apreciada revisión (que no debe confundirse con la autocorrección, como explicamos en este artículo); y es que la participación de un segundo o tercer traductor ha demostrado ser una estrategia muy satisfactoria a la hora de detectar imprecisiones tales como inconsistencias, que en ocasiones se le pueden escapar al primer traductor tras haber estado en contacto visual con el material durante mucho tiempo. De hecho, la revisión (lejos de ser una tarea para «sacarle punta» a la traducción original) es una herramienta concebida para identificar este tipo de aspectos y mejorar la calidad de las entregas.
Las inconsistencias son un tipo de error muy común en las traducciones. Son, en parte, legítimas, ya que se asocian a la intervención de recursos humanos y a la utilización de herramientas de traducción automática sin supervisión. Por ello, hay que asumir una actitud proactiva para combatirlas y lograr un producto final que se adecue a los estándares de calidad más exigentes.
Ref. de la imagen: https://www.rd.com/list/most-challenging-jigsaw-puzzles/