«En el principio fue la palabra» no es una afirmación que pueda aplicarse con la misma solemnidad a la industria del cine. Esto se debe a que, desde sus comienzos a finales del siglo XIX, las producciones cinematográficas fueron mayoritariamente silentes, una situación que se prolongaría hasta el primer cuarto del siglo XX. Y es que estas películas carecían de sonido: no había ni música ni diálogos, ya que la tecnología no había alcanzado ese grado de desarrollo. Sin embargo, estas sí que iban acompañadas de otro tipo de elementos, como música externa (un piano, un órgano o una orquesta) que acompañaba el desarrollo de la cinta y también los conocidos como intertítulos, semejantes a unas diapositivas que aparecían entre escenas o en mitad de una misma escena para proporcionar información contextual a los espectadores. Así que puede que, en comparación con la industria actual, el cine mudo parezca algo rudimentario, pero lo cierto es que allá por el 1900 lograron filmarse cintas de gran calidad que a día de hoy siguen gozando de un enorme prestigio entre los expertos del séptimo arte. En este punto de la historia, no era difícil hacer llegar su contenido a otros países, puesto que lo único que se traducía eran los títulos y los intertítulos.
Con el tiempo, la tecnología fue avanzando y terminó de consolidarse la inclusión del sonido en las películas, que hasta finales de los años 20 se limitaba a alguna banda sonora y algún efecto de sonido. En 1927 se estrenó The Jazz Singer, una comedia musical que alternaba diálogos mudos y diálogos sonoros; era lo que se terminó conociendo como part-talky, en contraposición a las películas cuyos diálogos eran completamente sonoros, que recibían el nombre de talkies.
La llegada de esta nueva era trajo consigo nuevas dificultades a la hora de exportar las películas al extranjero. El material textual de principios de siglo era mínimo, pero ahora se estaban comenzando a producir largometrajes con extensos diálogos, ¿qué estrategias serían las más adecuadas para su introducción en otras culturas? Finalmente se optó por la el subtitulado y por el doblaje.
Aunque al principio existía un cierto equilibrio entre ambas estrategias, lo cierto es que cada país se terminó decantando por una o por otra en función de sus medios económicos y circunstancias culturales. Así pues, Francia, Italia y Alemania doblaban las películas, mientras que, en Portugal, Holanda, Grecia o los países escandinavos, se subtitulaban.
La situación en España es cuando menos digna de mención. Parece ser que al principio se intentaron introducir los subtítulos, pero al público hispanohablante le costaba acostumbrarse a esta modalidad. Por otro lado, desde 1939 se instauró en el país el régimen franquista, que tenía como uno de sus objetivos la supremacía de la lengua española y la supresión del resto de lenguas nacionales, así como la invisibilidad de las extranjeras, y empezó a utilizar el doblaje para manipular el contenido de las películas con fines propagandísticos. Como tal, se decretó que todas las películas en España debían estar dobladas al español. Uno de los ejemplos más conocidos es Mogambo (1953), donde convierten a Grace Kelly y a Donald Sinden en hermanos (eran pareja) para evitar reflejar el tema del adulterio. Evidentemente, esta tendencia tuvo un enorme impacto con los años, y es que, al haber consumido mayoritariamente películas dobladas, la población española no ha desarrollado como comunidad el mismo nivel de dominio de lenguas extranjeras, como sí existe en su vecina Portugal. Aunque por el otro lado, la industria del doblaje se encuentra mucho más desarrollada, por lo que se ha generado un mercado de profesionales muy difícil de igualar.
Asimismo, una modalidad de doblaje que llama mucho la atención es la voz superpuesta o voice over. Normalmente, cuando se dobla una película, se escogen actores de doblaje cuya voz e interpretación encajen con las características de los actores en la pantalla (edad, sexo, tono, etc.), sustituyéndose el parlamento original por una grabación. En cambio, en la voz superpuesta se reproduce una pista de audio que se escucha por encima de la voz original, que también se reproduce con un volumen más bajo. Además, el texto es leído por una sola voz que se encarga de proporcionar los diálogos de todos los personajes, pero no hay interpretación. De hecho, la duración del voice over suele ser ligeramente más corta que la original para que esta última pueda seguir escuchándose.
Sus orígenes se remontan a la Unión Soviética, donde se practicaba la conocida como traducción Gabrilov, en la que se interpretaban películas para los comités estatales de cinematografía o incluso para festivales de cine. Al principio esas interpretaciones se realizaban en vivo, pero con la aparición de la tecnología de reproducción de vídeo VHS empezaron a ser grabadas. El nombre proviene de Andrey Gavrilov, uno de los intérpretes más famosos de esa época, que acabó dando nombre a esa modalidad. La voz superpuesta es bastante habitual en Rusia y en Polonia. En países más occidentales es una técnica menos recurrente pero conocida; suele emplearse en documentales, ya que añaden autenticidad.
Todas las estrategias de traducción audiovisual son lícitas y cumplen una función concreta. Lo realmente útiñ es poder disponer de una gran variedad de herramientas que nos permitan adaptar contenidos entre las diversas culturas según las necesidades del material original y la audiencia de destino.
Para la redacción de este artículo se han consultado los siguientes enlaces:
- https://traduversia.com/unit/1-introduccion-historica-sobre-la-traduccion-audiovisual/
- http://tavargentina.com/2017/09/el-rol-del-traductor-en-el-doblaje/
- https://hipertextual.com/2015/01/doblaje-castellano
- https://www.eldoblaje.com/varios/proceso.asp
- https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/52035/1/Quaderns-de-Cine_10_07.pdf
Referencia de la imagen: https://www.diez.hn/otrassecciones/videojuegosytecnologia/930168-99/kamarada-una-app-para-grabar-cine-mudo