GESTIÓN DEL TIEMPO PARA TRADUCTORES

La prestación de servicios lingüísticos es una actividad profesional que puede llegar a ser muy estresante. Particularmente en el sector de la traducción, los traductores lidian con textos de distinta índole cuya complejidad a veces no se revela hasta que están trabajando de lleno con ellos; los plazos de entrega suelen ser ajustados (de hecho, un mismo día puede comprender varias entregas); hay encargos con un gran número de palabras al que podemos no estar acostumbrados y, con frecuencia, hay que estar pendiente de nuestra bandeja de entrada para atender los encargos entrantes, a los que tendremos que hacer un hueco en nuestra agenda. Todas estas variables afectan a la organización temporal y provocan verdaderamente un cierto estado de estrés en el profesional que puede llegar a afectar su rendimiento, ya sea por un sentimiento de saturación o bien por un bloqueo mental que le impide continuar con normalidad. Como el estado psíquico del traductor es fundamental para poder ejercer su profesión correctamente y con plena consciencia, es necesario aprender a gestionar el tiempo y diseñar un método de trabajo eficaz y, sobre todo, que nos haga sentir eficientes.

 

Existen muchas técnicas con el objetivo de ayudar a las personas a organizar su tiempo, pero la mayoría coinciden en una serie de aspectos fundamentales.

 

En primer lugar, es preciso definir una serie de objetivos a la hora de ponernos manos a la obra. En muchas ocasiones nos enfrentamos a una traducción que concebimos como un todo y podemos sentirnos algo abrumados por la cantidad de palabras, por la documentación que debemos hacer previamente, por las distintas etapas de verificación que debemos seguir para hacer el control de calidad, etc. Por ello, lo más recomendable es establecer objetivos a corto y medio plazo (por ejemplo, fijar una hora para completar una parte de la traducción, poner un intervalo de tiempo para realizar los controles de calidad…). Esta estrategia tiene un impacto muy positivo en nuestra motivación, ya que de este modo veremos cómo se van cumpliendo pequeños objetivos, entenderemos que la tarea progresa y tendremos una mejor predisposición para continuar el trabajo. Con el tiempo, esto nos ayudará a saber de antemano cuánto tiempo necesitamos para una tarea en concreto y podremos gestionar nuestro tiempo con mayor confianza e incluso a más largo plazo.

 

Seguidamente, y en línea con esta primera etapa de delimitación de objetivos, también resulta muy útil conocer no solo las tareas del día sino las tareas de un periodo más largo, como una semana. La finalidad de esta estrategia es terminar una jornada teniendo claro qué nos espera en la siguiente, de modo que cuando nos incorporemos podamos empezar a trabajar sin tener que hacer una lista desde cero, lo que hace perder mucho tiempo. Por ejemplo, podemos dedicar la jornada de un día a traducir un texto, sabiendo que a la mañana siguiente tenemos hasta medio día para autocorregir la traducción, pasar los controles de calidad y enviársela al cliente. O bien podemos dejar un espacio a primera hora de la mañana para responder a los mensajes de nuestra bandeja de entrada y dedicar un tiempo a la documentación para un proyecto específico. Las tareas que vayamos marcando pueden ser muy extensas; así que, nuevamente, lo más aconsejable es dividirlas en tareas más pequeñas que nos permitan ir observando un progreso. A muchos traductores les gusta cronometrarse mientras desempeñan una tarea en concreto para saber cuánto tiempo tardan de media en hacer labores específicas. Esto es bastante útil si nuestras traducciones suelen ser de la misma temática o abordar los mismos campos de especialidad.

 

Como ya se ha podido desprender de lo anterior, a la hora de diseñar un calendario de tareas o distribuir el tiempo, los traductores deben tener una gran capacidad para priorizar. Es posible que un encargo deba entregarse antes que otro, o que sepamos que a un encargo le vamos a tener que dedicar más tiempo porque no estamos tan acostumbrados a trabajar ese ámbito. Más allá de las traducciones, es posible que decidamos dar prioridad a responder a nuestros clientes y enviarles presupuestos o responder sus dudas o bien gestionar una incidencia de un proyecto. Saber decidir qué es más o menos importante es la clave de repartir el tiempo adecuadamente y, por supuesto, de lograr que encajen todos los engranajes de una cadena de producción. De hecho, este es uno de los procesos habituales en la gestión de proyectos de traducción.

 

Por último, y fuera del propio ejercicio traductor, es preciso cuidar los factores externos. Particularmente en el contexto habitual del teletrabajo, los profesionales han convertido su entorno doméstico en el laboral, por lo que las barreras entre la vida personal y la profesional están más difuminadas. Por ello, es recomendable limitar el acceso a los dispositivos electrónicos que no vayamos a utilizar para estar disponibles o para trabajar, ya que las redes sociales suponen una gran fuente de distracción. En esta misma línea, también debemos procurar mantener un entorno de trabajo limpio y ordenado, donde todo pueda encontrarse fácilmente. En el caso de la traducción, conviene gestionar carpetas de proyectos, tener a mano todos los diccionarios y demás recursos electrónicos, quitar de la vista cualquier objeto que pueda desconcentrarnos, etc.

 

En definitiva, si queremos hacer un mejor uso de nuestro tiempo, debemos analizar con detenimiento las tareas que tenemos asignadas y dividirlas en pequeños objetivos que evidencien un progreso a corto y medio plazo. Además, hay que procurar encontrarse en una disposición psíquica que fomente la concentración y la motivación personal.

Ref. de la imagen: https://www.deviantart.com/teapotmysteries/art/The-White-Rabbit-Clock-453879097

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