FENÓMENOS FONÉTICOS FANTÁSTICOS (Y DÓNDE ENCONTRARLOS)

Un idioma es un organismo vivo: nace, se desarrolla a lo largo del tiempo dentro de la comunidad de hablantes, en ocasiones se reproduce dando lugar a nuevas lenguas y, en el más aciago de los casos, finalmente muere. Asimismo, desde un punto de vista prescriptivista, estas lenguas se hablan siguiendo un conjunto de normas fijas cuya transgresión parece comportar un cierto deslustre respecto de la perspectiva de una región específica. Pero lo cierto es que estas van cambiando inexorablemente con el uso que se hace de ellas y, en ocasiones, un mismo idioma pueden hablarlo varias comunidades ubicadas en distintos puntos geográficos, por lo que cada variante recibirá una influencia distinta que, con el tiempo, permitirá observar fenómenos particulares dentro de un mismo sistema lingüístico en relación con un mismo aspecto. En esta ocasión, vamos a exponer algunas diferencias en cuanto a la pronunciación de algunos fonemas en distintas variantes del español.

 

LAMBDACISMO Y ROTACISMO

En muchos territorios bañados por el mar Caribe (p. ej., Puerto Rico, República Dominicana y Cuba) los hispanohablantes suelen pronunciar el sonido /r/ como /l/ en ciertas posiciones de la secuencia fonética: «mi amol», «velde», «calol». Este fenómeno se conoce como «lambdacismo» en clara alusión a la ele del alfabeto griego, puesto que este es el sonido que sustituye a la erre original. Como puede observarse, este cambio solo se observa cuando la consonante se encuentra en la posición final (implosiva) de una sílaba; es por ello que puede decirse «a-mol», «vel-de» y «ca-lol» pero no «ca-li-ño», «celebro» ni mucho menos «celeblo», puesto que no se trata de una competición por lateralizar todos los sonidos vibrantes como si se tratara de una burda imitación del estereotipo oriental.

Como casi siempre, los orígenes de esta tendencia no son del todo claros. Una teoría la vincula con la influencia lingüística de las lenguas de esclavos procedentes de África desde inicios del s. XVI, ya que muchas de estas no tienen la erre vibrante y ellos terminaban sustituyéndola por el sonido más familiar de la ele. Estos esclavos africanos llegaron a representar el 40    % de la población total de Cuba. Otra teoría relaciona el lambdacismo con los colonos andaluces y canarios, con quienes establecieron relaciones comerciales, marítimas y culturales. De hecho, en Andalucía se da el fenómeno inverso, ya que suelen pronunciar el sonido /l/ como /r/ en las mismas circunstancias fonéticas: el conocido como «rotacismo», de idéntica etimología que su contraparte. Así, podemos escuchar palabras como «miarma», «argo» o «mardisión».

Estos cambios fonéticos no son «nada del otro nuevo mundo», sino que llevan acompañando a la evolución que ha sufrido el latín hasta nuestros días. Por ejemplo, el rotacismo no solo se daba en el paso de ele a erre, sino que también se daba desde la letra ese en posición intervocálica. Quien haya estudiado latín recordará la presentación de sustantivos en parejas de nominativo-genitivo y le vendrán a la mente casos como «flos-floris» o «arbos-arboris». Otro ejemplo muy ilustrativo es el de «mus-muris» (ratón) a través de cuyo acusativo «murem» obtenemos la raíz «mur», con la que se formó «murciélago» o, como se decía antaño, «murciégalo», es decir: ratón ciego.

 

YEÍSMO, LA MUERTE DE LA ELLE Y EL CASO RIOPLATENSE

Para una gran parte de los hispanohablantes, los sonidos /y/ y /ll/ se pronuncian de manera indistinta, por ejemplo: «Ya llevo yo las llaves a Yolanda, aunque llueva». Sensu stricto la elle debe pronunciarse como un fonema palatal lateral, es decir, más parecido al sonido /li/, por lo que en el ejemplo anterior deberíamos ser capaces de articular algo parecido a: «Ya lievo yo las liaves a Yolanda, aunque liueva». La evidente complejidad que muchos habremos experimentado al intentarlo ha propiciado el denominado yeísmo, o el fenómeno fonético por el que sustituimos el sonido /ll/ por /y/ para pronunciar estas palabras con mayor comodidad. Cabe destacar que también existe el fenómeno contrario, el lleísmo, pero es extremadamente infrecuente, con algunos casos documentados en Toledo y Extremadura.

Parece que el yeísmo es un fenómeno que está expandiéndose notablemente entre la comunidad hispanohablante, por lo que se ha llegado a especular con la posible desaparición del sonido /ll/, ya que parece que la pronunciación popular se ha impuesto sobre el cultismo, y es que cuando la lengua evoluciona lo hace siempre buscando formas más simples que permitan que la secuencia fonética fluya más fácilmente.

Además, estos dos fenómenos compiten con un tercero, el denominado «yeísmo rehilado» o «sheísmo» para los enemigos de los tecnicismos. Resulta que en Argentina y Uruguay estos sonidos suelen sustituirse por el fonema /sh/, lo cual resulta fascinante porque se trata de la inclusión de un sonido inexistente en el español normativo. Una de las teorías más extendida lo relaciona con el contacto lingüístico de los hablantes rioplatenses con el portugués de Brasil, pero también con el gallego, el italiano y el francés, debido a las oleadas migratorios entre los ss. XIX y XX. Aunque también se apunta a la influencia del período romántico de finales del s. XIX, en el que hubo gran influencia francesa argentina y una voluntad explícita de incorporar elementos de préstamo.

 

En definitiva, lo más importante es darse cuenta de lo diversa que es la lengua española, puesto que se trata de un único sistema lingüístico que se ha expandido tanto a lo largo del tiempo entre las distintas regiones del mundo que sus hablantes han plasmado en él su historia e idiosincrasia. Asimismo, este artículo debería recordarnos que no existe un español mejor que otro ni más correcto, sino que cada comunidad de hablantes ha gestado una variante particular que nos enriquece como grupo lingüístico.

Por ello, os animamos a investigar otros fenómenos fonéticos, como el seseo y el ceceo, la ese velarizada en Madrid o la aspiración de la hache.

 

Fuente Imagen: fineartamerica.com

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