El festival de Eurovisión es uno de los acontecimientos más festejados del mes de mayo en toda Europa (y Australia). El conocido concurso congrega a todos los países europeos para una competición musical en la que cada nación envía a un representante que logre encarnar una serie de valores y que transmita una estética concreta. Por supuesto, cada uno de los participantes tiene una idea distinta de cómo reflejar estos aspectos y, al final, la noche se llena de actuaciones de lo más variopintas, con un sinfín de apuestas más o menos coloridas y, evidentemente, de gente con ganas de celebrar la música, la diversidad y la hermandad entre pueblos. Como no podía ser de otra manera, un evento de estas características está asociado a la presencia de una gran variedad de idiomas, y es que, aunque las lenguas vehiculares del concurso son el inglés y el francés, este se retransmite en cada uno de los países en sus respectivos idiomas, amén de las intervenciones de cada país durante el proceso de votación y, claro está, la lengua en la que se haya escrito la letra de cada una de las canciones candidatas a alzarse con la victoria.
Por todo ello, Eurovisión despierta un gran interés por los idiomas y por la mediación interlingüística, hecho que va unido indefectiblemente a la percepción que se tenga sobre las capacidades lingüísticas de cada país. En España, por ejemplo, existe ya una cierta cultura de la mofa en la que los espectadores viven como un momento de especial relevancia la participación del jurado español cuando comunica sus votos, y es que tenemos una cierta fama a nivel nacional e internacional de no dominar la lengua inglesa. Así, han pasado a la historia momentos en los que los comunicadores han quedado en cierta evidencia, bien por una falta de conocimiento o, más bien, por los nervios del directo. Uno de los más conocidos fue el del saludo que dimos «From Granada of la Alhambra» en Eurovisión 2019, que muchos compararon con la ya icónica «relaxing cup of café con leche en la Plaza Mayor».
Pero si hay una actividad interlingüística que destaque en el transcurso de la emisión, esa es la interpretación. Como comentábamos, el programa se emite en directo para cada país y, por lo tanto, es habitual contar con servicios de interpretación simultánea para conocer las intervenciones de los presentadores, de los cantantes, del jurado, etc. El dominio del inglés no se da, por supuesto, en ninguna ocasión, así que se hace todo lo posible por acercar el festival a todo tipo de espectadores. Sin embargo, no todas las organizaciones de los distintos países están igual de concienciadas y, como consecuencia, no todas destinan el mismo presupuesto a cubrir esta necesidad. Por ejemplo, en Eurovisión 2013, España saltó a la polémica por prescindir de los servicios de interpretación y dejar la responsabilidad de esta tarea en manos del mítico comentarista del programa, José María Íñigo. En concreto, su falta de preparación para este cometido quedó patente durante la votación de Alemania, en la que el miembro del jurado se equivocó y dio unos puntos a Dinamarca cuando estos en realidad estaban destinados a Noruega; comenzó a disculparse y J. M. Íñigo, que había dejado de «interpretar» por unos instantes preguntó en voz alta qué había pasado y que por qué estaba pidiendo perdón. Este momento puede verse a través del siguiente enlace (03:01:17). El comentarista había trasladado correctamente partes de la gala (guiones preparados que distribuyen para su interpretación) y, en general, describía todo lo que acontecía en el acto; pero, como podemos comprobar, la falta de intérpretes profesionales entrenados da lugar a pérdidas de información significativas que no permiten disfrutar en igualdad de condiciones a todos los espectadores. De hecho, la Asociación de Intérpretes de Conferencia de España emitió un comunicado en el que denunciaba y criticaba esta decisión por parte de RTVE y resumía otras faltas que había cometido el presentador español. Desde entonces, en las cabinas de interpretación del festival podemos escuchar traducciones más precisas de los discursos orales en las que se traslada el contenido íntegro del mensaje.
De hecho, los esfuerzos por acercar Eurovisión a todo tipo de lenguas han ido aumentando con el tiempo. Una de las adiciones más recientes y aplaudidas ha sido la inclusión de un servicio de interpretación en lengua de signos por parte del país estonio. Allá por el 2015, el intérprete de lengua de signos sueco Tommy Krångh se hizo famoso por su sentida interpretación de la canción representante y, desde entonces, la interpretación en lengua de signos en Eurovisión, que ya había aparecido en alguna ocasión anterior, empezó a consolidarse. Por ello, con motivo de la gala de este año, la plataforma de vídeos EER ha creado una página en la que participan 20 profesionales que interpretan en lengua de signos estonia cada una de las canciones de Eurovisión 2021. ¡Un trabajo encomiable!
En definitiva, Eurovisión es una celebración multicultural y plurilingüe en la que es necesario transmitir información a una gran cantidad de idiomas en el contexto de la creación artística y la música. Esta tarea es compleja y precisa de profesionales capacitados que sean capaces de transmitir todos los contenidos de forma precisa y con las exigencias del directo, para lo cual es necesario invertir en prestación de servicios lingüísticos de calidad, una tendencia que observamos al alza conforme avanzan las ediciones y que cada vez se está haciendo más inclusiva.
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