Corría el año 1901 y un científico alemán, David P. Hänig, en su publicación Zur Psychophysik des Geschmackssinnes concluía que la sensibilidad de la lengua respecto a diferentes sabores varía según la zona del musculo en cuestión. Se hacía más intensa en los bordes y se iba perdiendo cuanto más se acercaba hacia su zona central.
Fue un psicólogo americano Edwin G. Boring, apasionado de la ciencia germana y dotado de mucha imaginación, quien tradujo de una manera muy personal los descubrimientos del científico alemán y diseñó la anatomía de la lengua tal y como llegó a nuestros sistemas académicos.
¿Quién no recuerda el dibujo de la lengua en los libros de ciencias, dividida por sectores y colores?
Porque el mapa, tal y como lo diseñó el psicólogo, nos indicaba que el dulce se comenzaba a notar en la punta, el salado en los laterales anteriores, el sabor ácido en los lados posteriores y el amargo solo se sentía en la parte posterior de la lengua.
Tuvimos que esperar a la llegada de la científica Virginia Collins que en el 1974 se dio cuenta del desafortunado error cometido por el traductor y se apresuró a corregirlo.
Eso sí, en este caso la traducción se hizo más fuerte en el ideario popular que el texto original. Tuvo que pasar casi una década para que las correcciones de la científica tuvieran efecto sobre la enseñanza y el conocimiento en colegios e institutos.
Fuente: xatakaciencia
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