En las últimas semanas, el colectivo seriéfilo y el sector de las plataformas de contenido en streaming han experimentado una revolución muy sonada de la mano de un drama (de acción y de suspense) surcoreano titulado El juego del calamar. Esta producción ha tenido un impacto imprevisto y de proporciones inconmensurables en diversos ámbitos de la sociedad: la industria audiovisual de Corea del Sur ha ganado mayor visibilidad y mucho más reconocimiento, ha crecido el interés por la cultura de esta nación, pero también se han puesto varios debates encima de la mesa. ¿Quién no ha oído hablar de que en los colegios se han prohibido los disfraces que hagan alusión a esta serie de cara a la próxima celebración de Halloween? ¿Quién no se habrá planteado la responsabilidad de tomar mayor consciencia del contenido que consumen los niños? O, por el contrario, ¿quién no habrá pensado en la necesidad de aprender a desarrollar un entendimiento que permita discernir la realidad de la ficción fantástica? Si bien son todas preguntas sumamente interesantes, no son, en principio, el objetivo al que aspira este foro. Sin embargo, bien podríamos decir que El juego del calamar ha puesto de manifiesto una realidad en la industria de la traducción, así como en sus mecanismos internos.
Resulta que la traducción de la serie ha recibido numerosas críticas por parte de las agencias de traducción y de los propios fans. En general, destacan que, en muchas ocasiones, la versión traducida no refleja matices importantes de la cultura surcoreana ni aspectos clave para poder entender mejor a los personajes y su desarrollo. La noticia cobró aún más notoriedad cuando, desde la empresa responsable, se comunicó que en este proyecto se había empleado traducción automática y traducción inversa. Por supuesto, la prensa ha procurado divulgar nociones básicas sobre el concepto de «traducción automática» para que todas las personas puedan conocer las diversas opciones de las que se dispone a la hora de localizar un material. Si bien muchos profesionales han expresado su disconformidad con esta decisión (ya que las traducciones automáticas no suelen utilizar giros propios del lenguaje expresivo, tan necesario en el séptimo arte), lo que más ha llamado la atención del público ha sido el recurso de la traducción indirecta. Pero, ¿en qué consiste exactamente?
La traducción indirecta (no confundir con traducción inversa) es un recurso que consiste en hacer una traducción desde un original a través de una traducción intermedia. Por ello, también se la conoce como «traducción intermediaria» o «traducción en cadena» —y hasta aquí el chascarrillo del título.
Aunque para la persona inexperta pueda parecer un despropósito, lo cierto es que se trata de una herramienta más en el inventario de recursos de los traductores. Normalmente, se utiliza cuando no se dispone de traductores para una combinación lingüística en concreto, ya que esta puede ser poco habitual en el mercado de la agencia, o bien cuando las diferencias culturales entre las lenguas de ambas culturas son muy notables y se prefiere disponer de una versión más neutra para poder contrastar estos aspectos. Por ejemplo, ¿qué pasaría si una agencia española promedio recibiese un encargo urgente para una traducción del pakistaní al español? Si no cuenta con profesionales en este par de lenguas, lo más probable es que recurra a la traducción indirecta en inglés, que es una de las lenguas vehiculares en este tipo de circunstancias.
Este fue precisamente el caso en El juego del calamar, donde el equipo de traducción, dada la complejidad (entendemos que por plazo) de traducir desde el coreano, trabajó a través de una traducción del guion en inglés, en modalidad de posedición. Si bien lograr una traducción funcional es posible, los fans y demás entendidos en los conocimientos que afectan a esta cuestión han echado una mayor intervención por parte de los traductores, ya que consideran que se trata de una serie con muchas capas que no han logrado ver la luz (verde) en la versión española. Sobre ello, existen multitud de artículos y vídeos actualmente en la red, así que os recomendamos dos artículos: uno sobre algunos errores evidentes y otro con las percepciones de un integrante del equipo de traductores a cargo del proyecto.
En una línea más práctica, es preciso destacar que la traducción indirecta también plantea una importante ventaja económica, dado que el coste de traducir dos veces entre pares de lenguas más comunes (p. ej., pakistaní > inglés, inglés > español) es más reducido que el de solicitar una traducción entre pares de lenguas más infrecuentes (p. ej., pakistaní > español). Sin embargo, este hecho no quiere decir que se trate de un recurso con menos desprestigio. Con los debidos controles de calidad y en los casos necesarios, la traducción indirecta puede convertirse en una solución muy útil y eficiente como herramienta de traducción interlingüística. Sin embargo, hay que ser consciente de que en casi todas las traducciones se produce una inevitable pérdida de información derivada del cambio de una lengua a otra; esta pérdida es mayor cuanto mayor es la diferencia entre las lenguas. Por ello, el cliente, la agencia y el propio traductor deben tener en cuenta el riesgo al que se exponen en cada proyecto para poder determinar qué estrategia de traducción es la más conveniente.
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