Como apuntamos siempre que hablamos acerca de los aspectos que caracterizan al buen traductor, es imposible obviar el papel que desempeñan la formación académica, el desarrollo de competencias profesionales a través de la experiencia, el aprendizaje continuo, la adaptabilidad al cambio y la correcta gestión del tiempo y el estrés. Paralelamente a todos estos aspectos que, como mencionamos, vendrían a conformar el núcleo duro de la idiosincrasia del perfil traductor, lo cierto es que existen muchos otros elementos que forman parte del día a día de los traductores y que tienen un impacto más o menos significativo en la realización de sus funciones. Algunos de estos serán de carácter físico y tangible, como los equipos informáticos, las instalaciones generales de una empresa, etc., mientras que otros serán de carácter psicológico, social o emocional, como el entorno de trabajo, los factores ambientales, el ruido circundante, etc. Por ello, en el artículo de hoy vamos a hablar de un aspecto esencial en el día a día de cualquier traductor y que reúne todos los componentes citados anteriormente: el espacio de trabajo.
El lugar en el que desempeñamos nuestras funciones es un aspecto clave para favorecer un correcto rendimiento laboral. Se trata, en definitiva, del espacio en el que vamos a estar una gran parte de nuestro tiempo, ya que hablamos, en términos generales, de jornadas reducidas de cuatro horas, jornadas completas de ocho horas y hasta jornadas más extensivas e irregulares especialmente frecuentes en el caso de los profesionales autónomos. En el ámbito de la traducción, el espacio de trabajo es especialmente relevante porque se trata de una profesión particularmente sedentaria, puesto que normalmente los traductores trabajan sentados con un ordenador en el que tienen instalados los distintos programas de traducción y demás herramientas para realizar controles de calidad, búsquedas terminológicas y tareas de gestión, además de consultar la bandeja de entrada del correo electrónico. La jornada laboral de un traductor rara vez se ve interrumpida por asuntos laborales que le demanden abandonar el puesto de trabajo, por lo que estos deben estar correctamente acondicionados para crear unas condiciones favorables que fomenten un buen desempeño por medio de un espacio propicio que reúna las características necesarias para brindar al traductor todos los elementos necesarios para realizar su trabajo, pero también para eliminar o mitigar cualquier impacto negativo que pueda interferir y perjudicarlo. Como veremos más adelante, el impacto de un espacio acondicionado no solo repercute en factores físicos, como pueden ser la comodidad y la aislación del ruido, sino que tiene una influencia decisiva en el estado anímico del profesional y, por ende, en su predisposición psicológica a realizar las tareas y en su grado de concentración a la hora de llevarlas a cabo. Como vemos, el espacio de trabajo es el templo donde se le rinde culto a la productividad, a la motivación y al bienestar.
En esencia, podríamos destacar que existen dos espacios de trabajo fundamentalmente. Por un lado, está el espacio de trabajo propio de una oficina, en este caso la agencia de traducción, y, por otro, está el espacio de teletrabajo, que normalmente se encuentra en el domicilio del trabajador o en algún espacio de coworking destinado a tal efecto. Brevemente, cabe mencionar que existen otros lugares posibles para el teletrabajo, como las cafeterías, los centros comerciales, las estaciones y, en definitiva, cualquier lugar que ofrezca una conexión estable a Internet. No obstante, en el ámbito de la prestación de servicios lingüísticos esta es una cuestión delicada. Esto se debe a que es habitual que los traductores trabajen con información confidencial o datos sensibles que sus clientes no deseen que acaben publicados en la red o que sean sustraídos de forma fraudulenta por ciberdelincuentes. Y, en este contexto, los puntos de Internet que ofrecen los lugares públicos suelen ser una fuente de riesgos, ya que es un medio muy habitual para que los ciberdelincuentes establezcan trampas destinados a hacerse con los datos de inicio de sesión de las personas, en este caso los de los profesionales traductores, y acceder a información valiosa con la que comercializar o chantajear. Por este motivo, la primera recomendación es que un espacio de trabajo debe ser, ante todo, un lugar seguro para el profesional y para el material de trabajo.
En la agencia de traducción, parece que el espacio de trabajo de un traductor es bastante evidente cuando lo imaginamos. Principalmente, cada profesional debe disponer de un espacio físico de escritorio en el que colocar un ordenador, o cualquier dispositivo informático al mismo efecto, con sus elementos periféricos: el teclado, el ratón, etc. Según las tareas que desempeñe, se podrá incorporar cualquier dispositivo pertinente. Aparte, encontraremos sillas de oficina ergonómicas y complementos adicionales, como puede ser un reposapiés y, muy especialmente, una almohadilla para muñeca, ya que la mano es una parte del cuerpo de la que suelen padecer mucho los profesionales traductores, dado el frecuente uso del teclado y del ratón para redactar. Por otro lado, la empresa debe ocuparse de mitigar el impacto ambiental, lo cual suele hacerse mediante la regulación de la temperatura a unos estándares predefinidos y mediante la reducción de la contaminación acústica, la cual se consigue mediante el aislamiento y mediante la petición a los compañeros de trabajo de mantener un volumen adecuado. Asimismo, la empresa debe hacer llegar a los trabajadores una serie de normas y pautas relativas a la seguridad para reducir al mínimo el riesgo de accidentes laborales.
En el entorno mayoritariamente doméstico del teletrabajo, el espacio de trabajo del traductor reúne los mismos componentes físicos, pero lo cierto es que el emplazamiento del mismo, lejos de existir en un espacio específicamente habilitado para ello, tiene que encontrar su lugar en la propia distribución del inmueble. En algunos casos, el profesional contará con un cuarto independiente que convertir en despacho. En otros, tendrá que acondicionar una zona ya existente, como el dormitorio o el salón, para integrar su escritorio de trabajo. Lo importante en estos casos, aparte de observar todos los requisitos anteriores, es que hay que hacer todo lo posible por crear un espacio de trabajo en el que logremos concentrarnos y no dejarnos abstraer por las distracciones propias del hogar, donde estas son mucho más variadas y frecuentes que en la oficina. Como bien apuntábamos antes, ello se debe a un asunto meramente de rendimiento, ya que, si nos dejamos distraer fácilmente, aumentará el riesgo de cometer errores o de tener despistes. En un entorno de teletrabajo sano, seguro y cuidado, es responsabilidad del profesional repartir su tiempo adecuadamente para poder cumplir con sus obligaciones laborales.
En definitiva, el espacio de trabajo del traductor debe ser un entorno limpio, organizado y bien equipado en el que el profesional pueda trabajar concentrado y de forma segura, lo que incrementará significativamente su rendimiento laboral.
Ref. de la imagen: https://ethic.es/2021/03/balance-de-un-ano-de-teletrabajo-en-espana/