Al contrario de lo que se pueda pensar popularmente, una profesión no es una meta a la que se llega y, una vez alcanzada, nos permite sentarnos relajadamente a disfrutar de la victoria por siempre jamás. Las profesiones no se conciben como actividades de naturaleza estática, sino que están en continuo avance y en constante evolución. Por ello, en el ámbito laboral es habitual hablar de «carrera» o «trayectoria» profesional, es decir, el camino que llevamos recorrido, por dónde hemos transitado y qué salidas hemos tomado en nuestra marcha hacia esa hipotética meta. Una profesión es una aventura que comienza, pero que no tiene fin, porque en ella nos aguardan infinidad de objetivos y decisiones que nos harán querer pararnos más en unos puntos y tardar más o menos en llegar a determinados destinos, por lo que se acerca más a una andadura que a un desplazamiento finito y lineal. Y eso es lo más emocionante de una profesión, que nos hace embarcarnos en un proyecto que crece y se transforma al mismo tiempo que lo hacemos nosotros.
Esto quiere decir que, por norma general, las profesiones y sus contextos comerciales no son estáticos, sino que experimentan numerosos cambios a lo largo del tiempo, una realidad que se ha intensificado en las últimas décadas dado el rápido avance de la tecnología y las relaciones ininterrumpidas a escala internacional de los profesionales de los distintos sectores. Por este motivo, las profesiones del hoy son, con casi total seguridad, bien distintas de las profesiones del mañana, lo que debería invitarnos a continuar avanzando en nuestra formación para prepararnos de cara a los cambios que se dibujen en el horizonte. De esta manera, nos aseguraremos de no quedarnos impasibles, atrasados y de no perder la oportunidad de progresar de la mano de la industria a la que pertenecemos. Pensemos en cualquier profesión y reflexionemos acerca de cómo se llevaba a cabo hace diez, veinte o cincuenta años. Pensemos, además, en la profesión o en el tipo de trabajo que desempeñamos actualmente. ¿Son iguales los procesos de producción y las relaciones entre los trabajadores?, ¿Se tienen en cuenta los mismos factores a la hora de juzgar la productividad y la calidad?, ¿Se emplea la misma tecnología?, ¿Qué imagen se tiene de dicha actividad a nivel popular?, ¿Cómo se imagina el futuro del sector desde ese punto en el tiempo? Desde luego, lo más probable es que las respuestas difieran entre el pasado y el presente, lo que nos da una idea de lo que puede ocurrir en el transcurso de unos cuantos años.
Por este motivo, una de las preocupaciones tanto para los profesionales a nivel individual como para las empresas es garantizar que las destrezas de los recursos humanos estén preparadas para los cambios evolutivos en el contexto de una actividad profesional. Por supuesto, esta realidad también se ha hecho patente en el sector de la prestación de servicios lingüísticos. Es evidente que la actividad comercial de la traducción del pasado no tiene nada que ver con la que existe a día de hoy. En su momento, el cambio más importante fue el de la entrada de la digitalización y su conquista de todos los medios. De este modo, quien no aprendiera a incorporar los ordenadores en su día a día lo tendría más complicado para prosperar en una industria que, a día de hoy, se comunica por Internet a través de correos electrónicos y formularios web, hace consultas y envía presupuestos en formato virtual y experimenta la realidad empresarial mayoritariamente en línea. En la actualidad, nos encontramos en un panorama heredado de aquella época. Si bien, en el contexto de la traducción, el reto consistía en desempeñar nuestro trabajo por medio de ordenadores, el reto actual consiste en aprender a emplear un gran número de herramientas de traducción asistida, aprender a trabajar con diferentes formatos, adaptarse a los lenguajes de cada industria y dominar las nuevas áreas de especialidad que van surgiendo a medida que vamos avanzando. Con lo cual, el traductor que se formó hace diez años no podrá ejercer sus labores de la misma manera en la actualidad, de manera que el traductor formado en la actualidad tendrá que asumir nuevos retos en el futuro.
Esto ha hecho que se consolide una cultura del aprendizaje continuo en el ámbito profesional, es decir, seguir adquiriendo conocimientos para poder aplicarlos especialmente en el trabajo. Esto ha demostrado tener enormes ventajas para los trabajadores, ya que un plan de formación adecuado a sus necesidades puede proporcionarles unos conocimientos óptimos para mejorar su rendimiento, pero también para aumentar su productividad laboral al tiempo que los mantiene motivados con un sistema que les permite aprender aspectos de su interés y, además, ver reflejados sus resultados. Por ello, cada vez son más las empresas que realizan un estudio de sus recursos humanos y tratan de determinar dónde existen las oportunidades de mejora. Para ello, pueden ponerse en contacto directamente con los empleados y preguntarles acerca de sus gustos o necesidades o bien analizar el perfil de los distintos puestos de trabajo y ver qué complementos podrían reforzar las competencias.
En la industria de la traducción, los planes formativos más demandados son los que tienen que ver con el aprendizaje de nuevas herramientas TAO, ya que esto abre las puertas a nuevos proyectos y nuevos clientes, así como la inclusión de nuevos formatos. Paralelamente, a nivel individual, los cursos que más interés y compromiso generan son los que permiten acercarse a modalidades de traducción distintas a aquellas con las que trabaje actualmente el profesional, de modo que puedan conocer nuevas especialidades. En esta línea también entrarían los cursos sobre campos del conocimiento específico para complementar los estudios de traducción, como cursos de traducción médica, jurídica, etc. Y, finalmente, están los cursos que, aunque no tienen que ver directamente con la traducción, pueden aplicarse al ámbito empresarial o personal, como los cursos para aprender a gestionar mejor el tiempo, a gestionar el estrés, a perfeccionar las técnicas de comunicación, etc.
En definitiva, la traducción es una industria en constante desarrollo y la mejor estrategia para mantenerse actualizado es apostar por el desarrollo profesional continuo.
Ref. de la imagen: https://virtualspeech.com/blog/what-is-professional-development