La percepción del color forma parte de la constitución genética del ser humano. De hecho, esta capacidad de poder identificar y distinguir tonalidades ha ido dejando a lo largo del tiempo una impronta psicológica en nosotros, así como en la forma en que concebimos nuestro entorno y nos relacionamos con él. Así que cuando observamos lo que nos rodea, hacemos asociaciones entre una realidad y un rasgo distintivo, como por ejemplo el color. Por ello, vinculamos inconscientemente el rojo con la violencia (ya que recuerda al color de la sangre), el negro con lo desconocido, el misterio y el peligro (debido a la oscuridad de la noche) y el verde con la naturaleza (puesto que es el color que más abunda en ella). Asimismo, esta capacidad sensorial ha repercutido enormemente en la comunicación, ya que existen muchas expresiones y palabras cuyo origen se encuentra en los colores. Normalmente, estas asociaciones se hacen por relación de semejanza, por reacciones fisiológicas, por evolución histórica e incluso otras tantas nos llegan gracias a la traducción.

 

Es español, por ejemplo, contamos con todo un arcoíris de expresiones idiomáticas: si «estamos negros», sentimos enfado y rabia; si «nos ponemos rojos», es porque sentimos vergüenza; si «nos da un amarillo», sentimos ganas de vomitar; si «nos ponen verdes», es que nos critican desmesuradamente (quizá porque «están verdes de envidia»); si «nos ponemos azules», nos estamos quedando sin aire, tal vez porque «nos hayamos puesto morados» comiendo y terminamos «quedándonos blancos» del susto, lo cual es un auténtico «marrón».

 

Algunas de estas asociaciones son comunes en varias lenguas. Ello se debe al contacto directo entre sus culturas o a la importación interlingüística de estos mismos conceptos.

Un ejemplo habitual es el de «dar luz verde» (en. green light, fr. feu vert, it. disco verde). Actualmente lo utilizamos para hablar de la viabilidad de un proyecto o para dar permiso para realizar una acción, y es que el origen de esta expresión se remonta a la época en la que los trenes esperaban a que se iluminase una luz de color verde en las vías para poder continuar su marcha. Curiosamente, en otros idiomas como el ruso no hacen referencia a la luz en sí, sino a la calle (el carril) de las vías ferroviarias (rus. зелëная улица). En otras lenguas como el italiano, observamos un fenómeno de especialización, puesto que también existe dare il disco rosso, con el significado opuesto.

Otro caso conocido es el de la «prensa amarilla», amarillista o sensacionalista (in. yellow press; fr. presse jaune; rus. жëлтая пресса), que tuvo su origen en el Nueva York de finales de S.XIX. Parece ser que la rivalidad entre dos periódicos por vender el mayor número de ejemplares llevó al New York World y al New York Journal a redactar contenido exagerado, provocador y poco contrastado. Más adelante, se vieron envueltos en una batalla judicial por los derechos de Mickey Dugan, un personaje con camisa amarilla que aparecía en una tira cómica, que finalmente terminaron utilizando ambas publicaciones. Con el tiempo, se les terminó conociendo como the Yellow Kid papers, expresión que derivó en the yellow papers y, finalmente, en the yellow press. Este término habría sido difundido por The New York Press, como se explica en el artículo mencionado. Sorprendentemente, en español o en portugués la prensa sensacionalista presenta una rama denominada «prensa rosa» (pt. imprensa rosa/cor-de-rosa), que narra la vida de personajes célebres o de la farándula.

Pero los ejemplos son infinitos: cuando debemos al banco más dinero del que tenemos en una cuenta «estamos en números rojos» (in. in the red; fr. dans le rouge), ya que originalmente este tipo de anotaciones se hacía usando tinta de dicho color; una «sonrisa amarilla» en francés o portugués (fr. rire jaune; pt. sorriso amarelo) denota una sonrisa forzada y fingida, aunque los orígenes de la expresión son diversos; cuando en francés o italiano «tienen un miedo azul» (fr. avoir une peur bleue; it. avere una fifa blu) es que se mueren de miedo, algo que seguramente esté relacionado con el semblante frío y pálido que adquirimos en situaciones de pánico; pero no solo nos ponemos azules, sino que en ocasiones nos quedamos blancos del susto, como en portugués (ficar branco de medo) o en francés (se faire des chevaux blancs), que mudan el color del pelo, ya que existía la creencia de que una situación de gran pánico o estrés podía provocar que el cabello perdiera el color y envejeciese.

 

Indudablemente, este fenómeno suscita un gran interés para los curiosos de las lenguas, que se preguntan qué asociaciones existirán en otros idiomas. Por ello, en este artículo hemos recopilado una serie de expresiones idiomáticas en inglés, francés, ruso, portugués e italiano.

 

En la lengua de Shakespeare existe la expresión to show one’s true colours para expresar cómo es alguien en realidad. El origen se encuentra en el S.XVIII, cuando dos barcos que se encontraban en el mar debían mostrar los colores de su bandera para identificarse como aliados o enemigos. Evidentemente, ocurría en ocasiones que un enemigo mostraba colores falsos y, una vez se encontraba próximo al barco, mostraba «sus auténticos colores» antes de atacar.

En inglés son conocidas las white lies (mentiras de color blanco que en español conocemos como «mentiras piadosas» o «mentirijillas»). Se trata de una asociación derivada de la polaridad entre el negro (lo malo y dañino) y el blanco (lo bueno y puro); y es que se trata de pequeñas mentiras que contamos con buena intención para evitar un mal mayor o herir los sentimientos ajenos.

También se usa a menudo out of the blue en el sentido de «inesperadamente» o «de repente». En origen, la expresión era a (thunder)bolt out of the blue, y aludía a lo improbable que era ver aparecer un rayo en un cielo completamente azul y despejado.

 

En la lengua de Victor Hugo se conoce como «farolillo rojo» (fr. lanterne rouge) a la persona que ocupa la última posición en una competición deportiva. Su uso es particularmente habitual en el Tour de Francia. Proviene de la época en que se señalizaba con luces de color rojo el último coche de un convoi ferroviario.

Cuando los franceses hacen algo de but en blanc lo hacen directamente, de sopetón o bruscamente. Se trata de una expresión de origen militar, donde but sería una apócope de butte, un montículo de tierra sobre el que se colocaba el cañón para alcanzar un objetivo determinado. Alude a la idea de disparar realizando la trayectoria más corta posible.

Otro caso realmente llamativo es el de ser una «flor azul» (fr. être fleur bleue), expresión de carácter peyorativo para indicar que una persona es extremadamente inocente y soñadora. Su origen se remonta a la novela romántica Heinrich von Ofterdingen del poeta alemán Novalis. En ella, un trovador medieval ve aparecer en sueños una flor azul (al. Die blaue Blume) como símbolo del amor que sentía por su amada Mathilde. Esta flor representaba la frontera entre el mundo real y el mundo de los sueños, un motivo habitual en el romanticismo.

 

En la lengua de Dante, se conoce como «película de luces rojas» (it. film a luci rosse) a las películas pornográficas. En realidad, esta asociación entre las luces de color rojo y las actividades sexuales está bastante extendida. En concreto, existen los llamados «barrios rojos» (it. quartiere a luci rosse; in. red-light districts; cat. districte vermell), donde se encuentra el corazón de la prostitución y de otras actividades no reguladas o consideradas ilegales según la región. Un caso conocido (al que algunos atribuyen el origen de la expresión) era el del puerto de Ámsterdam, donde estaba prohibido ejercer la prostitución en la calle, así que con el tiempo se empezaron a colocar luces rojas en ventanas entreabiertas para informar a los clientes de las actividades que allí se llevaban a cabo.

 

En la lengua de Camões dicen que algo es «oro sobre azul» (pt. ouro sobre azul) para expresar que una cosa combina perfectamente con otra (¿acaso el azul y el amarillo no son colores complementarios?) o que se trata de una buena oportunidad. El uso de la expresión se remonta a las armerías, donde las armas con inscripciones de oro desprendían cierto fulgor azul por el acero templado.

En Brasil se puede dar o recibir el «billete azul» (br. bilhete azul), que hace referencia a un despido. Hace tiempo, los directores de colegio metían en sobres de este color las cartas en las que informaban de que un alumno debía repetir curso, así que ahora se utiliza en el ámbito laboral en relación con los despidos.

En portugués, el color amarillo se relaciona con tonos pálidos o descoloridos. Por ello, el verbo amarelar se usa en portugués de Brasil para expresar que alguien ha perdido el ánimo.

De manera similar a lo que ocurría con las luces rojas, se cuenta que en Portugal existía un famoso prostíbulo en cuya entrada se exhibía un elefante blanco. Por ello, casa do elefante branco ha pasado a designar este tipo de locales.

 

En la lengua de Pushkin se da un fenómeno llamativo, y es que distinguen entre dos tipos de azul. Por un lado, голубой [galubój] se utiliza para los azules claros, mientras que синий [síñij] se utiliza para los azules oscuros y añiles.

Pues bien, голубой es una palabra que se utiliza eufemísticamente para hacer referencia a los gais. Esta relación entre el color y la homosexualidad no está clara, aunque alguna etimología popular apunta a que en la época de los zares era algo habitual en la realeza (por este motivo, entraría en juego la expresión «sangre azul», que también existe en ruso como голубая кровь). También existen los llamados «sueños azules» (rus. голубые мечты [galubíe michtí]), que son aquellos de carácter idílico y entrañable. ¡Lo más increíble de todo es que tendrían el mismo origen que las «flores azules» francesas!

El amarillo es otro color interesante en las expresiones idiomáticas en ruso. Una «casa amarilla» (rus. жëлтый дом) hace referencia a un manicomio, y es que se dice que estos edificios se pintaban de amarillo tanto por dentro como por fuera, puesto que existía la creencia popular de que este color relajaba a los pacientes, pero lo cierto es que procede del hospital Obukhovskaya, el primer hospital urbano de Rusia con área de psiquiatría cuya fachada exhibía tonalidades amarillas. Por otro lado, en la Rusia Imperial existía un documento parecido a un pasaporte conocido como «cartilla amarilla» (rus. жëлтый билет), que legitimaba a las mujeres para ejercer la prostitución en burdeles; se adjuntaba además un documento en el que se hacían anotaciones sobre revisiones médicas y el pago de los aranceles que correspondieran. Por ese motivo, la expresión пойти по жëлтому билету («ir con una cartilla amarilla») expresaba eufemísticamente en el pasado que una mujer se dedicaba a la prostitución.

 

Resulta asombrosa la cantidad de significados que hemos creado por connotación en el ámbito cromático; y es que su uso da auténtico «color local» a la forma en que nos comunicamos. ¿Cuántos más conocéis y usáis?, ¿sabéis su origen? Este tema no solo resulta atractivo, sino que es de mucha ayuda para los estudiantes de idiomas, que pueden asimilar un gran vocabulario mediante asociaciones fáciles de recordar.

 

Referencia de la imagen: https://www.tallengestore.com/products/people-in-the-colorful-rain-art-by-christopher-noel-international-shipping

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