Si bien es cierto que a raíz de la declaración de la pandemia coronavírica de 2020 las actividades en formato virtual han adquirido una relevancia casi forzosa, lo cierto es que la modalidad a distancia es una opción que se viene cultivando desde hace varios años, que se encuentra en una gran cantidad de instituciones, que sirve a una multitud de propósitos y que, por su puesto, brinda una mayor comodidad en nuestra era de la tecnología. Sin duda, uno de los ejemplos más evidentes es el del teletrabajo, gracias al cual podemos desempeñar una actividad profesional no solo desde casa, sino desde cualquier lugar que mejor nos convenga en unas circunstancias dadas, lo cual nos permite conciliar más fácilmente nuestras obligaciones laborales con el ámbito privado. Asimismo, podríamos destacar la gran aportación de la enseñanza y el aprendizaje virtuales o e-learning. Esta modalidad no solo tiene que ver con que los estudiantes ahora puedan ir al colegio, al instituto o a la universidad desde casa (una necesidad ligada a nuestra historia reciente), sino que se trata de toda una estrategia de divulgación de conocimientos a distancia que se viene practicando desde hace tiempo y que se ha convertido en una estrategia fundamental en el ámbito empresarial. Esto se debe a que se trata de un tipo de formación que permite compartir conocimientos especializados con un público extenso sin las dificultades que entraña organizar eventos formativos presenciales; además, otorgan una mayor flexibilidad en cuanto a cuándo realizarla y desde dónde, ya que las circunstancias de cada persona pueden no ser las mismas e incluso ser incompatibles.
Como tal, el e-learning es un recurso muy habitual en todo tipo de empresas e instituciones, que buscan aportar información específica sobre cuestiones concretas a un público de su interés. Evidentemente, el alcance de dichas empresas e instituciones puede variar y, como cabría esperar, este puede ir más allá del nivel local y tener que llegar a un nivel internacional, es decir, utilizar el mismo producto de e-learning en distintos países y, por consiguiente, en distintas culturas y distintos idiomas. Aquí es donde entra en juego la prestación de servicios lingüísticos: hay que traducir el contenido. Ahora bien, ¿es suficiente con traducir –pongamos– el material textual de un producto de e-learning? Lo cierto es que la propia naturaleza de estos productos hace que en ocasiones sea preciso adaptar el contenido al nivel intercultural, por lo que muchos expertos recomiendan en estos casos hablar de localización. En otras palabras, aparte de expresar en otra lengua la información objetiva (datos), se busca acercar el contenido a la cultura de destino, algo que ocurre no solo entre pares de lenguas distintos, sino también entre diversas modalidades de un mismo idioma (como entre el español de España y el español de México o el inglés estadounidense y el inglés británico).
A continuación, exponemos una serie de aspectos que los localizadores de productos de e-learning tienen en cuenta a la hora de trabajar en este tipo de proyectos.
En primer lugar, suelen considerar la interfaz gráfica de usuario, ya que esta no debe entrar en conflicto con las expectativas culturales de la audiencia de destino. Aparte de adaptar el contenido a los distintos tipos de pantalla según el dispositivo, en localización de e-learning se presta atención a los colores, ya que estos tienen significados distintos en algunas culturas (p. ej., no conviene abusar del amarillo cuando se traduce para una audiencia germanoparlante, ya que es el color de la envidia en Alemania, a diferencia de lo que sucede en Egipto, donde se asocia a la felicidad); también se presta atención a los iconos, ya que estos pueden entrar en conflicto con asociaciones culturales (p. ej., el pulgar hacia arriba es un gesto ofensivo en Rusia y Grecia, por lo que no podría figurar en el sentido de «OK» en materiales traducidos a estos idiomas; aquí también caben las consideraciones estéticas sobre los personajes que aparecen en las presentaciones. Por ejemplo, una institución europea que localice un producto para el mercado asiático puede pensar en sustituir los personajes con rasgos propios de un país europeo en concreto por los de un país asiático para inspirar cercanía en la audiencia de destino.
Seguidamente, es necesario atender a los elementos propios del producto de e-learning. Por ejemplo, a la hora de exportar un producto a un mercado que hable la misma lengua en la que se ha redactado este, hay que prestar atención a las diferencias en los elementos textuales (p. ej., cambiar color por color cuando se localice al inglés británico o bolígrafo por pluma cuando se localice al español mexicano). Además, a la hora de localizar no solo hay que considerar el texto, sino también las imágenes, los vídeos y el audio. Cuantos más elementos de este tipo se localicen a la lengua de destino, más conexión sentirá dicha audiencia, mayor será la actitud de esta respecto al aprendizaje y mejores serán los resultados obtenidos, ya que, en ocasiones, no traducir entorpece el flujo natural de la asimilación de conocimientos. Aparte de estos aspectos, hay otros elementos que pueden aparecer en los productos de e-learning y en los que los localizadores pueden decidir intervenir en mayor o menor medida. Uno de estos casos es la exposición de narraciones y planteamiento de escenarios. Habrá situaciones en las que estos no se ajusten a las expectativas culturales de la audiencia de destino, y aquí el profesional puede escoger entre mantenerlos por fidelidad al original y crear una distancia objetiva, o bien adaptarlos para obtener un resultado neutral.
En definitiva, la traducción de contenido para productos de e-learning no se limita a la reproducción interlingüística del texto, sino que se asocia a la adaptación cultural de todo el contenido a la audiencia de destino. De este modo, se logran ventajas sumamente importantes para el resultado final: se expande el alcance del producto, se mejora notablemente la experiencia de usuario y se inspira mayor confianza. Por ello, es fundamental contratar los servicios lingüísticos de una entidad profesional y comprometida con las necesidades de sus clientes.
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