Uno de los grandes interrogantes en el mundo de la prestación de servicios lingüísticos consiste en poder afirmar con precisión cuánto tiempo se tarda en hacer una traducción, entendida desde la recepción del encargo hasta la entrega final del mismo. Esta cuestión es bastante recurrente por parte de los clientes a la hora de solicitar un presupuesto, pero también por parte de los gestores de proyectos a los recursos humanos, así como de los mismos traductores cuando se plantean esta misma pregunta para dar una respuesta a dichos gestores y a dichos clientes. Si bien es cierto que no es posible establecer una regla fija general para calcular cuánto tiempo se tarda en hacer una traducción, sí que es cierto que circulan publicaciones en las que se estima que lo habitual es traducir una media de entre 2500 y 3000 palabras al día. Por supuesto, esta estimación, al ser una media, indica que hay valores por encima y por debajo de la misma; seguramente muchos de nuestros lectores verán o no reflejado este cálculo en el contexto de su flujo de trabajo habitual. Pero lo cierto es que no, en la mayor parte de los casos el número de palabras no es un parámetro certero para calcular el tiempo que va a tardar en realizarse un encargo de traducción. La realidad es que entran en juego muchos factores, los cuales expondremos en el artículo de hoy. De este modo, los clientes que tengan dudas referentes a esta cuestión, podrán hacer una estimación más aproximada, entender el punto de vista desde la gestión del proyecto y poner «soluciones» para agilizar los procesos.
En primer lugar, por supuesto, hay que tener en cuenta el tamaño del proyecto. Es cierto que, normalmente, los textos con mayor número de palabras necesitan más tiempo. En ocasiones, es posible que el número de palabras y el tiempo disponible no vayan de la mano y sea preciso incorporar a más traductores para la tarea, lo cual hará que aumente el tiempo dedicado a la fase de revisión y control de calidad, puesto que habrá que garantizar que no haya inconsistencias entre las distintas partes.
Con independencia del volumen textual, otro de los factores relevantes que repercuten en el tiempo total dedicado a la tarea es la dificultad temática. Un texto que contenga vocabulario técnico, siglas que no vienen explicadas o conceptos complejos hará que sea necesario invertir un tiempo adicional en la fase de documentación. Aquí se enmarcan los textos sobre industria, medicina, innovaciones o de carácter legal. Por esto mismo, es muy importante tener en cuenta el siguiente factor: el grado de especialidad del traductor escogido. Un profesional que esté familiarizado con la materia no tendrá que invertir tanto tiempo en la fase de documentación o se limitará a hacer consultas más directas y precisa, con lo que se acortará el tiempo de la entrega y, paralelamente, se alcanzará una mayor calidad. Por ello, es fundamental especificar a la agencia de traducción o al traductor autónomo qué tipo de texto es y a qué especialidad pertenece, para que puedan cerciorarse de contar con los recursos humanos pertinentes. Adicionalmente, en este apartado cabría considerar si el cliente desea, efectivamente, solicitar los recursos de un traductor o bien recurrir a los servicios de la traducción automática. Este proceso es distinto, porque la traducción se genera automáticamente mediante un motor de traducción y el traductor se encarga de poseditar, es decir, de comparar la traducción generada con el original y hacer los cambios pertinentes en función de estos resultados. Esta es una opción igualmente válida y solicitada, puesto que se estima que el número de palabras poseditadas por día ronda entre las 6000 y las 8000 palabras.
Como comentábamos anteriormente, el volumen de palabras de un texto no determina con exactitud el tiempo que va a tardar en traducirse. En ocasiones, sobre todo en el mundo de la industria, se generan textos de gran extensión que se van modificando a lo largo del tiempo. Las nuevas versiones que se vayan a traducir tendrán un gran número de palabras, pero una parte de estas serán repeticiones, así que la tarea llevará mucho menos tiempo de la que llevó en un primer momento. Otro factor determinante lo constituyen todos los elementos periféricos al texto. Por ejemplo, ¿la tarea de traducción incluye también texto incluido con imágenes?, ¿hay que maquetar el documento?, ¿hay que convertir el archivo original a un formato editable? Todas estas son tareas añadidas al proceso de traducción, que puede o no realizarlas el mismo profesional pero que con total seguridad aumentan el tiempo dedicado al proyecto.
Por último, conviene destacar que es importante conocer si se van a utilizar herramientas TAO (traducción asistida por ordenador) para llevar a cabo la tarea. Una de las ventajas que comportan estos recursos es que agilizan las tareas traductoras y llevan integradas características que permiten realizar más cómodamente las tareas de gestión y control de calidad. Normalmente, las agencias de traducción cuentan con herramientas TAO de estas características, lo que les permite trabajar con volúmenes mayores.
Los clientes que vayan a contratar servicios de traducción deben tener en cuenta todos estos aspectos a la hora de anticipar un tiempo de entrega o de valorar el plazo que propone o que le propone la agencia de traducción. De igual manera, para agilizar los tiempos, los clientes también pueden ayudar de diversas maneras. Por ejemplo, para hacer más cómoda la fase de documentación, se valora positivamente que el cliente haga un estudio del documento y aporte el contexto que considere necesario, amén de aclarar cuestiones terminológicas que puedan dar lugar a confusión, como siglas que no vengan desglosadas. Asimismo, hay que procurar escoger con acierto al profesional que se va a hacer cargo de la tarea o contar con los prestadores de servicios lingüísticos que inspiren mayor confianza para garantizar la mayor calidad y, por supuesto, asegurar cuál va a ser la fecha de inicio de la tarea (si se conoce) y la de entrega final (acordada previamente). En todo momento y, para cualquier inconveniente, lo más rentable es establecer un canal de comunicación activo para que el cliente y la agencia (o el traductor) puedan plantear dudas o comunicar posibles incidencias.
En definitiva, no es sencillo calcular con exactitud el tiempo que va a llevar finalizar una tarea de traducción, puesto que intervienen muchos factores, los cuales son derivados de los cuidadosos procesos en la cadena de traducción, que van siempre orientados a proporcionar al cliente la mejor calidad.
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