La prestación de servicios lingüísticos es una actividad conocida por una serie de servicios populares, como pueden ser la traducción, la interpretación o la localización. En realidad, sabemos que esta industria está conformada por una amplia gama de servicios lingüísticos que, en conjunto, tienen por objeto satisfacer las necesidades comunicativas de las personas en diferentes contextos, siendo todos ellos igualmente importantes. Sin embargo, no cabe duda de que, cuando hablamos de esta actividad, existe una tendencia generalizada a pensar únicamente en la traducción, entendida como la reproducción de un contenido expresado en una lengua y a través de un canal a otra lengua (normalmente, en el mismo canal). Esto provoca a nivel global cierto desconocimiento y hasta da lugar a estereotipos: los traductores solo traducen, los traductores son como diccionarios y conocen la traducción de cualquier palabra por la que se les pregunte, las personas que dominen un par de idiomas pueden ejercer la traducción profesional, etc. Pese a ello, los profesionales de la traducción lidian con todo tipo de tareas lingüísticas que, o bien complementan a las tareas propias de traducción/interpretación, o bien existen de forma independiente y ocupan un lugar propio dentro de la industria, cuya demanda varía en función de los mercados concretos. Un ejemplo de ello es la traducción intralingüística, sobre la que ya hablamos en La traducción intralingüística en el ámbito biosanitario, donde explicamos que se trata de «interpretar unos signos verbales e interpretarlos mediante otros signos verbales en la misma lengua» y «expresar un enunciado con otras palabras para un fin específico». En otras palabras, la traducción no solo existe entre pares de idiomas, sino que se puede dar dentro de un mismo idioma. Ahora bien, ¿en qué casos? Como explicamos en el artículo citado, la traducción intralingüística puede servir para reformular conceptos, es decir, expresar una misma idea de una forma distinta. Esto es muy útil, por ejemplo, a la hora de cambiar el registro de un texto. Pero, además, en el día a día de la actividad traductora podemos encontrar otro ejemplo de «traducción intralingüística»: las adaptaciones entre variantes de una misma lengua.
Es de sobra sabido que una lengua puede estar conformada por distintas variantes. Aunque se puede caer en el sesgo de pensar que una de esas variantes es la principal y el resto, derivadas, lo cierto es que un idioma viaja a distintas partes del mundo, es adquirido por las diferentes comunidades de hablantes y evoluciona de forma natural a lo largo de su historia, por lo que debemos pensar en un idioma como una entidad que se puede materializar en distintas variantes horizontales que, por supuesto, comparten una serie de rasgos comunes, como la gramática y un porcentaje significativo de vocabulario. Por este motivo, en el mundo un mismo idioma se habla de distintas maneras, y esta es una cuestión muy importante desde el punto de vista lingüístico, ya que los mercados en los que se encuentren sus hablantes serán diferentes desde el punto de vista lingüístico y cultural, por lo que las estrategias de internacionalización no pueden ser exactamente iguales; tendrán que adaptarse a cada una de las comunidades de hablantes, conocer sus particularidades y saber crear el efecto deseado. Pues bien, los traductores también se especializan en este tipo de tareas dentro de la industria de la traducción, por lo que, en las siguientes líneas, hablaremos sobre qué aspectos conviene tener en cuenta a la hora de desempeñar esta labor.
A la hora de gestionar un encargo de traducción, puede ser conveniente preguntar o indicar a qué variante del idioma se pretende localizar. En el caso del español, existe una distinción clara entre el español europeo y el español latinoamericano, pero, según el contexto, puede darse la necesidad de tener que especificar más la variante, y seleccionar una variante regional o nacional (p. ej., español de Colombia, de Argentina, de las Islas Canarias, etc.) Esto puede deberse a que la audiencia de destino utilice un vocabulario local propio o bien a que se desee dirigir el material en traducción a un público más concreto.
En la experiencia profesional general, lo habitual suele ser gestionar encargos de traducción hacia el español europeo o bien hacia el español latinoamericano, o, paralelamente, encargos de adaptaciones de una de las variantes a la otra. Este es el caso de grandes empresas que crean estrategias de marketing localizadas a los distintos mercados hispanos, o también cuando una empresa de habla hispana en un punto del planeta desea introducir sus productos en otro punto del planeta en el que también se hable español.
En este punto, los traductores suelen ejercer de consejeros lingüísticos y brindan asesoramiento en cuanto a qué aspectos deben localizarse y cómo hacerlo. Por un lado, existe el factor cultural, ya que en el proceso de internacionalización se deberán salvar las distancias culturales y asegurarse de que la cultura de destino recibe correctamente el mensaje y responde a la persuasión. Por otro lado, existe el factor lingüístico, en donde los profesionales de la traducción deberán detectar las diferencias entre ambos sistemas lingüísticos y hacer las conversiones necesarias para adaptar el material textual a la variante lingüística en cuestión.
A la hora de llevar esta tarea a cabo, los aspectos más comunes son la distinción en el uso del pronombre personal tú/usted (elegir entre tuteo y voseo es importante porque comporta una impresión distinta para el receptor, que puede sentir una mayor distancia, una fórmula de tratamiento respetuosa o bien una fórmula cercana y personal). Si bien la pronunciación y el acento son aspectos evidentes de cada variante lingüística, estos no entran en juego en los canales escritos, por lo que no los consideramos aquí. Sin embargo, lo más llamativo son los cambios en el vocabulario y la terminología. Debido a la evolución histórica, dentro de un mismo idioma los grupos de hablantes pueden denominar la misma realidad con palabras diferentes. Asimismo, en algunas culturas hispanas, se da el fenómeno de que la incorporación de extranjerismos está mucho más extendida que en otras, por lo que también hay que saber cuándo traducir.
La adaptación entre variantes lingüísticas, en concreto, del español, es una labor meticulosa que nace de la creciente demanda de procesos de localización más especializados, por lo que deben llevarla a cabo profesionales que conozcan las particularidades de cada sistema lingüístico y sepan transmitir los mensajes con éxito entre las diferentes culturas.
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