Los servicios lingüísticos son un recurso esencial para todo negocio que desee dar un alcance internacional a sus actividades comerciales. Localizar el contenido de un producto o servicio a la audiencia de destino ayuda a generar una mejor impresión global, lo que se traducirá en la generación de una mayor confianza, en una difusión a más largo alcance de dicho negocio y sus actividades y en un índice de éxito superior para el mismo. Por ello, es importante que las empresas seleccionen cuidadosamente a sus proveedores de traducción, ya que los servicios de calidad insuficiente pueden tener un impacto negativo sobre los intereses corporativos y generar una serie de involuciones que harán que todo el esfuerzo hecho resulte en vano. Este puede llegar a ser el caso cuando una empresa escoge a un proveedor por motivos económicos, es decir, por no querer realizar un desembolso mayor, o por tener que ajustarse a un presupuesto limitado, o por no cerciorarse de que este cuente con la experiencia precisa para sus necesidades concretas. En el contexto actual, existe una marcada competencia entre los proveedores de traducción que viene determinada por la fijación de unos intervalos de precios más o menos competitivos. Además, hay constancia de la existencia de empresas fraudulentas, que se dedican a realizar cobros sin prestar los servicios acordados o bien a procurar dichos servicios sin la debida calidad. Por ello, parece haberse generado la creencia de que conseguir una traducción de calidad va asociado a desembolsar una cantidad de dinero desproporcionada. No obstante, la realidad es que es posible encontrar un equilibrio entre acceder a los servicios de grandes profesionales con tarifas más elevadas y respetar el presupuesto concreto de cada empresa interesada. Por ello, en el artículo de hoy hablamos de una serie de consejos que las empresas que necesiten servicios lingüísticos pueden tener en cuenta si desean lograr un impacto positivo en la fijación del precio final e, igualmente, mejorar las probabilidades de obtener un producto localizado de la más alta calidad.
En primer lugar, como veníamos apuntando anteriormente, es fundamental seleccionar a los profesionales lingüísticos siguiendo un criterio adecuado. Para ello, hay que partir de la idea de que no todas las necesidades lingüísticas y combinaciones de idiomas tienen las mismas tarifas; las traducciones del inglés al español (una combinación frecuente) son mucho más económicas que las traducciones del hindi al bielorruso, por una cuestión de oferta. Esto se aplica igualmente a las traducciones a variantes específicas de un idioma, como el francés canadiense, el alemán suizo o el español de un país latinoamericano específico. Por ello, cuando nos ofrecen un precio sospechosamente bajo para necesidades muy concretas, es probable que los se estén abaratando costes por otro lado, así que es mejor invertir en una buena traducción o, al menos, en procesos de revisión posteriores. Asimismo, en esta línea no podemos dejar de considerar las áreas de especialidad, y es que las traducciones técnicas pertenecientes a alguna industria o institución en particular son inevitablemente más caras, ya que de ellas se encargan profesionales específicamente cualificados. Esto debe ser una llamada de atención para las empresas, ya que deben conocer si los materiales que desean localizar pertenecen o no a un ámbito técnico. En caso de no pertenecer, el precio será más bajo y no hará falta recurrir a traductores especializados, por lo que habrá más libertad a la hora de seleccionar candidatos.
Otro aspecto importante que repercute directamente en la fijación de precios es el tiempo. Muchas agencias y profesionales autónomos cobran un recargo por urgencia cuando el plazo de entrega propuesto por el cliente entra en conflicto con la organización temporal de los recursos humanos. Como alternativa a este encargo, el precio puede aumentar si, para poder finalizar la etapa de traducción a tiempo, hay que incluir a más de un traductor en el flujo de trabajo. Por este motivo, es importante que las empresas detecten a tiempo para cuándo van a necesitar la traducción de un material y enviarlo al proveedor de servicios lingüísticos con la mayor antelación, o bien no marcar un plazo de entrega más corto del que en realidad existe.
En otro punto, existe todo un apartado propio en relación con las tarifas y, por ende, con la inversión total en cada proyecto de traducción. Por supuesto, no se trata de pagar el precio más alto ni de fiarse del precio más bajo. En el mercado de la traducción hay que poner el parámetro “tarifa” en combinación con otros parámetros, como la valoración que tengan dichos proveedores (p. ej., a partir de experiencias de conocidos), el nivel de especialización que exija el material y, por supuesto, cuánto queremos reducir el margen de errores. Las agencias con valoraciones más positivas deberían ser uno de nuestros objetivos principales, ya que sus clientes confían en que su inversión es acertada y se sienten satisfechos. Aquí es conveniente preguntar a las agencias o a los profesionales autónomos por sus procedimientos de control de calidad, comunicación con el cliente y gestión de incidencias, ya que en estos casos se observa claramente qué candidatos están mejor cualificados, sobre todo de cara a convertirse en un socio duradero. Aquí también cabe considerar si es mejor decantarse por una agencia de traducción o por un profesional autónomo. En nuestro artículo Trabajar en agencia o como autónomo, nos adentramos en esta cuestión desde la perspectiva del traductor, pero conviene tener presente que, aunque ambas opciones son perfectamente válidas, cada una comporta una serie de ventajas para casos concretos. En el caso de las agencias, son una mejor opción a la hora de gestionar proyectos con un alto volumen de palabras o con miras a enviar proyectos similares en el futuro. Además, tienen mucha más facilidad a la hora de encontrar profesionales en varias combinaciones para proyectos que necesiten localizarse a distintos idiomas.
En definitiva, la traducción de calidad no tiene por qué conllevar siempre un coste elevado, podemos tomar conciencia del tipo de material que enviamos y de nuestras necesidades para reducir al mínimo los gastos derivados de trabajos adicionales o de incrementos por situaciones especiales.
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