La industria de la traducción se renueva y crece a pasos agigantados. En esta época de globalización y auge imparable de la tecnología, los servicios lingüísticos que acompañan a estas innovaciones deben crecer paralelamente con ellas para cumplir las necesidades de las empresas y los productores y acercar los nuevos productos, cualquiera que sea su forma, a los consumidores. Por ello, el sector de la prestación de servicios lingüísticos está compuesto por un catálogo de productos que se actualiza continuamente, bien cambiando la naturaleza de las tareas y adaptándolas a los nuevos tiempos o bien creando nuevas formas de entender la traducción, que, lejos de considerarse un mero ejercicio de correspondencia interlingüística, se ha establecido como un valioso recurso para la mediación intercultural y para la correcta internacionalización de bienes y servicios. En la actualidad, los traductores no solo reproducen el contenido de un texto de origen en un texto de destino, sino que, en ocasiones, realizan escrupulosos estudios sobre la audiencia de destino e idean estrategias de localización basadas en perfiles concretos y necesidades específicas, aunque eso signifique poner en cuestión la efectividad de los materiales originales “en bruto” en su versión traducida. En otras palabras, hoy por hoy, en el mundo de la traducción, vivimos una época en la que el concepto de traducción se está transformando y, en determinados contextos, está dando lugar a procesos de reformulación y composición creativa que se acercan mucho más a la creación de contenidos paralela a los propios originales que a una tarea de encontrar la forma de reproducir exactamente el texto de partida. Esto, como veníamos apuntando, ha dado lugar a nuevos tipos de servicios y, uno de los que más se acerca a esta descripción es la transcreación, sobre la que hablaremos en el artículo de hoy, presentando una serie de características y estableciendo las diferencias que la separan de la traducción.
Para empezar, debemos hacer mención a la etimología de este neologismo. Dicha palabra es una traducción calcada del inglés transcreation, formada por composición a partir de translation y creation. Por supuesto, el origen etimológico explica más que suficientemente su significado, y es que se trata de un servicio lingüístico consistente en localizar contenido de una forma creativa. Ahora bien, ¿qué contenido?, ¿y en qué consiste traducir “de forma creativa”? Hay que aclarar en primer lugar que, por mucho que evolucionemos, la traducción siempre va a conservar su trasfondo de correspondencia interlingüística, es decir, que vamos a seguir necesitando traducir manuales de instrucciones a las lenguas de los mercados adonde exportemos nuestros productos, vamos a seguir teniendo que reproducir, palabra por palabra, los intrincados textos jurídicos, como los contratos y las sentencias, y vamos a necesitar intérpretes que transmitan con precisión a las distintas naciones los discursos de los representantes políticos. La traducción seguirá siendo necesaria, con independencia de la forma que adopte, y seguirá siendo traducción, tal y como la hemos conocido. Sin embargo, hay contextos comunicativos en los que la traducción del contenido de un texto no logra despertar en la audiencia de destino todo el potencial que tenía en la audiencia de partida. Podemos traducir el contenido de una página web y los usuarios de una de las lenguas de destino pueden encontrarla extraña; podemos subtitular o doblar el anuncio de nuestra marca para proyectarlo en televisiones extranjeras y es posible que la audiencia no conecte con ella de la misma manera o que no reciba todo el potencial creativo del original; o bien podemos traducir el guion de una película y que, una vez se proyecte, los diálogos resulten forzados, aunque estén expresando de una manera más o menos natural lo que dicen sus personajes en el guion de origen. Esta realidad ha hecho plantearse a los expertos la necesidad de un nuevo servicio que tenga como uno de sus principales objetivos traducir no el componente textual, más o menos naturalizado, sino transmitir emociones, sentimientos, necesidades, impresiones y comportamientos de consumo en las audiencias de los mercados de destino.
Por ello, los profesionales de la transcreación analizan un material textual y estudian cuidadosamente las necesidades de sus clientes, se familiarizan con el tipo de producto que se va a localizar, entienden la audiencia a la que va dirigido y se encarga de dialogar con los clientes del encargo para empezar a diseñar la propuesta de transcreación, es decir, si el contenido textual de origen no va a ser interpretado correctamente, si no va a surtir el efecto deseado, si existe algún componente cultural que entre en conflicto, etc. Una vez se ponen todas las cartas sobre la mesa, el profesional puede aconsejar la estrategia más recomendable, desde conservar la idea del original, pero plasmarla de una manera distinta e innovadora en destino o bien corregir esas pequeñas imprecisiones que se habían detectado en la conversión interlingüística. Por ello, transcrear a veces guarda muy poca relación con la traducción, y nos exige ser creadores de contenido original en nuestra propia lengua tomando como referente un material en otra lengua. En ocasiones, el material original no se conserva en absoluto en la transcreación, y esa es una de las principales diferencias con la traducción, que no pierde de vista la palabra o el sentido de las palabras originales.
La transcreación es un recurso ideal para el marketing¸ donde lo que funcionaba para un idioma y una cultura puede no funcionar en otro idioma y en otra cultura. Lo importante es despertar en el consumidor un interés, y a veces eso no se consigue ni con las mismas palabras ni con las mismas imágenes. Por ello, la transcreación es un servicio que asesora sobre asuntos lingüísticos y paralingüísticos. El profesional se convierte en un guía integral de la cultura de destino para los clientes, por lo que los perfiles transcreadores deben tener amplios conocimientos culturales, una alta imaginación y capacidad inventiva, además de las competencias lingüísticas que se les exigen a los profesionales de este sector.
Por ello, los clientes que necesiten localizar un producto deben consultar a las agencias y a los profesionales autónomos acerca de qué tipo de servicio es el más adecuado para sus necesidades, ya que puede que exista una solución más conveniente sobre la que quizá no hayan oído hablar, y siempre es interesante tener todas las opciones a nuestra disposición, para poder lograr los resultados más satisfactorios.
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