La industria de la prestación de servicios lingüísticos también es un sector vulnerable a los daños provocados por personas malintencionadas que deciden atacar negocios de forma directa o indirecta para conseguir un beneficio fundamentalmente económico. Y es que las estafas están a la orden del día en nuestra sociedad, en la que todos somos susceptibles de recibir cualquier tipo de ataque: llamadas telefónicas en la que se suplanta la identidad de una empresa que exige un cobro bajo un falso pretexto, mensajes de texto que instan a hacer clic en un enlace que realmente esconde un virus malicioso o interacciones por mensajería con claros fines de extorsión son tan solo algunas de las amenazas a las que tenemos que enfrentarnos día a día y cuyas consecuencias pueden ser verdaderamente graves. Esta realidad está mucho más presente en el ámbito empresarial, ya que el acceso a información confidencial o a cuentas bancarias con ingresos más altos resulta mucho más atractivos para quienes se proponen cometer delitos para el beneficio propio. Por ello, es fundamental que todas las empresas conozcan a qué riesgos están expuestas, cómo identificar las posibles amenazas y, como no podría ser de otra manera, de qué forma combatirlas.
Como decíamos, la industria de la traducción no es ajena a esta realidad. Día a día, sus profesionales se enfrentan a todo tipo de intentos dirigidos a vulnerar la integridad de este sector y la de los miembros que trabajan en ella íntegramente. Entre las amenazas más comunes, podríamos distinguir entre aquellas relacionadas con la suplantación de la identidad y aquellas relacionadas con la falsa contratación de servicios. En lo referente a la identidad, cada vez se ha hecho más frecuente la actividad ilícita por parte de personas que roban los currículos de profesionales traductores y los usan para que las agencias de traducción las contraten y acepten y paguen sus tarifas por un trabajo que, normalmente, nunca se lleva a cabo. Por otro lado, muchas empresas ponen a prueba a las agencias de traducción que desean pasar a formar parte de sus equipos de localización y, para ello, aceptan realizar pruebas que, en ocasiones, son fragmentos de un trabajo real que una empresa quiere llevar a cabo sin hacerse cargo de los costes por los servicios lingüísticos. Todas estas acciones dañan enormemente a la industria de la prestación de servicios lingüísticos y, por ello, es fundamental que tanto las agencias como los profesionales individuales sepan reconocer una serie de aspectos que suelen observarse por parte de los posibles estafadores, a fin de que puedan reconocer los intentos de estafa y ponerles solución antes de que la situación evolucione negativamente. Ahora bien ¿cuáles son esas claves?
La primera clave es un clásico, y es que hay que desconfiar de los correos electrónicos que vayan dirigidos a muchos destinatarios. Normalmente, si una empresa de traducción o un profesional quiere presentar sus servicios, lo hará de forma individualizada tras examinar el cliente o la agencia objetivo, ya que de lo contrario dará la sensación de que ha echado las redes al agua para ver qué peces se dejan atrapar. En este sector, la correspondencia personalizada aporta un gran valor, mientras que los correos masivos se consideran una falta de atención y, en el peor de los casos, un indicio de actividades fraudulentas.
Seguidamente, nos gustaría destacar varios aspectos que se pueden observar en los currículos o en las descripciones de los perfiles profesionales. Si bien estas no siempre apuntan a una actividad potencialmente delictiva, sí que deben motivarnos a estar atentos para descartar posibles sospechas. En concreto, estamos hablando, por un lado, de la bidireccionalidad y, por otro, de la variedad de combinaciones lingüísticas. En el mercado real, lo habitual suele ser encontrar perfiles profesionales de hablantes que traducen a su lengua nativa desde una segunda lengua, mientras que los casos de traductores que traducen eficazmente desde su lengua nativa a la extranjera son más escasos, ya que se les suele atribuir una menor capacidad de reflejar los matices que le son más naturales a los hablantes nativos. En este caso, lo más recomendable sería investigar un poco más el perfil profesional y valorar hacer una entrevista. Además de esto, otra cualidad que tampoco abunda es la facilidad para traducir desde un gran número de lenguas de partida. Si bien suele ser propio de personas que han convivido con más de una lengua, sobre todo si estas guardan cierta relación de semejanza, deberíamos desconfiar cuando recibimos currículos con más de cinco idiomas de partida o cuando estos aluden a combinaciones lingüísticas más infrecuentes, si bien es cierto que existen casos de dominio a este nivel más alto.
Otro factor muy importante que debemos tener en cuenta es la redacción de los mensajes. Cuando el nombre del remitente nos resulta poco convencional, nos da un saludo extraño (como uno muy genérico o uno poco localizado), comete muchas faltas de ortografía o presenta un formato desordenado, deberían saltarnos las alarmas, ya que una persona o una agencia que desee ofrecer o contratar servicios profesionales en el sector lingüístico cuidará al máximo cómo se presenta ante sus destinatarios objetivo.
Finalmente, podríamos destacar la oferta de tarifas remarcablemente bajas para los estándares del sector o sin explicación aparente. Estas pueden ser un cebo para captar a quienes deseen abaratar costes, y les harán un cobro mínimo e inofensivo por unos servicios que no van a terminar prestando jamás.
Sin duda, trabajar en un mundo globalizado presenta sus riesgos. Por ello, debemos conocer las amenazas que se nos pueden presentar para poner medidas de prevención que nos ayuden a combatir posibles contratiempos.
Ref. de la imagen: https://thecrimereport.org/2021/05/04/truth-lies-and-police-lineups/