El idioma en el que se expresa una comunidad de hablantes constituye la esencia de su identidad cultural. Por este motivo, no es de extrañar que, cuando un régimen totalitario desea imponer su norma en un territorio, las diversas lenguas habladas en este suelan verse oprimidas y su uso, ilegalizado. Este fue el caso, por ejemplo, del irlandés a lo largo del s. XIX o también el de algunas lenguas habladas en España (catalán, euskera, gallego, etc.) durante la dictadura franquista. Por ello, para evitar que estas terminen cayendo en el olvido, sus hablantes han procurado seguir creando cultura y difundiendo el empleo de las mismas; y es que estos recursos afianzan su autonomía, su presencia en el mundo y su individualidad.
Por estas mismas ideas se rige Ilan Stavans, ensayista y profesor de Filología en Amherst College, una universidad de Massachusetts. Este experto en literatura mexicano siente fascinación por el estudio del espanglish, por lo que ha dedicado parte de su carrera a divulgarlo, a legitimarlo, así como a abogar por su dignidad y condición de lengua. Ahora bien, ¿qué es exactamente el espanglish?
Según el Diccionario de la Real Academia Española, se trata de «una modalidad del habla de algunos grupos hispanos de los Estados Unidos en la que se mezclan elementos léxicos y gramaticales del español y del inglés». Este fenómeno tiene su origen en la llegada de migrantes hispanohablantes a EE. UU., cuyas generaciones venideras fueron pasando de emplear únicamente el español con mayor frecuencia a alternar entre este (habitualmente para el entorno familiar y social dentro de la comunidad de habla hispana) y el inglés, necesario para desenvolverse día a día en el país, relacionarse con personas de orígenes lingüísticos distintos y, en muchos casos, acceder a una educación superior. Como consecuencia, en las últimas décadas se ha observado en los hablantes hispanos de algunas regiones de EE. UU. un fenómeno conocido como code switching, que consiste en alternar de un idioma a otro, a menudo creando oraciones que incluyen palabras y estructuras sintácticas de ambos. El espanglish se encuentra bastante extendido en un país en el que casi el 20 % de la población es hispana. Por ello, se ha hablado mucho acerca de si este podía considerarse una lengua, debate en el que han participado multitud de expertos con posturas opuestas, como la aportación del Instituto Cervantes.
La anécdota que da lugar al tema que nos ocupa se produjo cuando un purista comentó en un programa de radio catalana que no había que prestarle atención a este dialecto mientras no produjese su propio Quijote. En ese momento, el profesor mexicano, consciente de que aún no existía ninguna obra magna en espanglish, se dijo que bien podría traducir la de Cervantes. Así pues, en 2002 vio la luz Don Quixote of La Mancha, una adaptación del clásico que pretendía visibilizar el espanglish a través de la literatura. Con el tiempo, esta publicación se hizo bastante popular, por lo que Ilan Stavans continuó «trasladando» (como él lo denomina) otros clásicos de la literatura, entre los que se encuentran Hamlet de William Shakespeare y Le petit prince de Antoine de Saint-Exupéry. Para el autor, según el artículo, «el espanglish es la prueba de que los latinos en EE. UU. tienen una cultura hecha de dos partes -la latina y la americana- fruto de un mestizaje lingüístico semejante al mestizaje racial generado por la conquista española; y añade que, al igual que pasaba en los tiempos de la Colonia cuando el mestizo era mal visto, hoy el espanglish es mirado por debajo del hombro, porque no respeta normas y porque acabaría con la pureza de la lengua de Cervantes. Pero, así como el mestizo es impuro, el espanglish es impuro y no debe avergonzarse por ello, y, menos cuando son ya muchos millones los que lo hablan».
A continuación, y para deleite de los más curiosos, adjuntamos las versiones en espanglish de dos fragmentos de las obras mencionadas anteriormente, junto con su texto original y su traducción al inglés o al español para poder comparar distintos parámetros.