El sector de la traducción está plenamente informatizado. Desde que dejamos de traducir directamente sobre el papel, los profesionales de esta actividad se han servido de los recursos informáticos para realizar su labor de forma más ágil y eficiente: los procesadores de textos, las herramientas de digitalización de documentos, las aplicaciones de mensajería, los programas informáticos específicos para la traducción, los recursos destinados al control de calidad, etc. La profesión del traductor –entiéndase aquí en el sentido estricto sin incluir a los intérpretes– ya no se entiende sin el uso de un ordenador debidamente equipado. Pero, como no podría ser de otra manera, la inclusión de estas máquinas (entre las que se incluyen todo tipo de dispositivos electrónicos relacionados) lleva implícita la conexión a Internet.
Hoy en día, la conexión digital es un aspecto fundamental del trabajo de los traductores, ya que permite llevar a cabo todas las tareas propias del sector, desde la gestión (contacto con los clientes y recursos humanos, envío de facturas…) hasta las propias tareas lingüísticas (documentación, consulta de terminología, conexión a un servidor para poder trabajar en una aplicación específica), sin olvidar otras posibilidades relevantes como la promoción de los servicios lingüísticos en las redes sociales o en portales dedicados. Indudablemente, Internet ha proporcionado un sinfín de ventajas para los profesionales de la traducción. Gracias a él, la industria ha evolucionado a pasos agigantados, sus integrantes están interconectados constantemente y, en definitiva, podemos prestar servicios con una calidad superior. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce: Internet comporta una serie de riesgos que pueden afectar negativamente a la industria de la traducción. Por ello, los profesionales del sector, tanto a nivel de empresa como a nivel de autónomo, deben estar al corriente de todos ellos para poder tomar medidas preventivas y garantizar su seguridad y la de sus clientes durante todos los procesos. Por ello, en este artículo hablamos sobre ciberseguridad aplicada a la traducción.
La seguridad es un concepto importante en el sector de la prestación de servicios lingüísticos. Por un lado, existen encargos que incluyen material confidencial o sensible cuya divulgación ilícita o robo podría suponer un riesgo para los intereses de nuestros clientes. Por otro, para poder llevar a cabo correctamente los procesos de gestión, es preciso recopilar una serie de datos relativos a estos clientes, así como proporcionar información por parte de la empresa necesaria para los trámites administrativos pertinentes. Como este intercambio de información tiene lugar a través de Internet, existe el riesgo de que esta pueda divulgarse en canales no deseados o bien de que una tercera parte se haga con ella de forma ilícita. Esto puede poner en peligro la integridad de los materiales y de las partes interesadas, ya que cabe la posibilidad de que se haga un uso fraudulento de esta información, por ejemplo, para sacar un beneficio económico o para actividades ilegales. Por este motivo, es fundamental que tanto los potenciales clientes como los profesionales de la traducción sean conscientes de esta situación y tomen medidas para mejorar los niveles de ciberseguridad a la hora de compartir información (datos personales identificativos, cláusulas de contratos, información confidencial de un organismo, estudios en fase de desarrollo, etc., pero también las direcciones de correos corporativos, credenciales de acceso al portal del cliente, tarifas, información financiera, memorias de traducción internas, etc.).
Entonces, ¿qué medidas podemos tomar para reducir este riesgo? Un buen comienzo es garantizar que la transferencia de archivos y datos en segura. La comunicación por correo electrónico es esencial en traducción, pero para muchos expertos puede resultar sencillo quebrantar la seguridad de estos servidores y acceder a la información en tránsito, sobre todo si los clientes emplean el denominado SMTP, o protocolo para transferencia simple de correo. Para ello, lo recomendable es contar con un portal del cliente a través del cual se puedan hacer llegar los archivos directamente al proveedor de servicios lingüísticos, el cual los devolverá a través del mismo canal. Otras opciones pueden incluir cifrar los archivos con contraseña antes de adjuntarlos y comunicársela al proveedor por otro medio. También se puede recurrir a aplicaciones específicas para la transferencia de archivos de forma segura, como WeTransfer.
Por otro lado, también hay que tener cuidado a la hora de trabajar fuera de la oficina, como, por ejemplo, durante el teletrabajo. Está altamente desaconsejado conectarse a redes wifi públicas para desempeñar actividades profesionales. Si bien se trata de un servicio de ayuda a la conexión digital, los ciberdelincuentes las usan con frecuencia para acceder a los dispositivos informáticos y obtener información como contraseñas y datos bancarios. Un material confidencial podría llegar a manos no deseadas y se podría terminar haciendo un uso fraudulento del mismo. Esto es de especial importancia para los profesionales que trabajan desde lugares públicos. Para evitar riesgos, lo ideal sería redactar un código de buenas prácticas en el que se indicase una serie de advertencias en este sentido.
Por supuesto, también está el Reglamento General de Protección de Datos. En RGPD en el sector de la traducción hablamos en mayor detalle sobre esta realidad, pero lo fundamental es que este establece una serie de directrices a la hora de tratar los datos a nivel global, lo que les permite a las agencias de traducción establecer un protocolo de actuación para garantizar un tratamiento óptimo de toda la información involucrada en los procesos de gestión de proyectos de traducción, y que no se haga un uso inapropiado de la misma. En este apartado, también podríamos incluir la firma de acuerdos de confidencialidad, mediante los cuales el proveedor se compromete a respetar una serie de disposiciones relativas al tratamiento del material que aporta el cliente, lo cual le otorga a este una herramienta de protección.
Otra buena iniciativa es buscar proveedores de traducción que cuenten con la certificación ISO 27001, un estándar para la seguridad de la información que puede añadir valor a la oferta comercial de los mismos.
La ciberseguridad es un aspecto crucial para poder realizar trabajos de traducción respetando la privacidad de los clientes y de los proveedores de servicios lingüísticos. Por ello, es esencial tomar medidas dirigidas a la protección de los datos y crear conciencia sobre las buenas prácticas en materia de seguridad empresarial.
Ref. de la imagen: https://www.sccenlared.es/4-soluciones-de-ciberseguridad-que-debes-aplicar-en-tu-empresa/