Desde la entrada en vigor del estado de alarma por la COVID-19, las limitaciones de las personas ciegas se han incrementado de una forma exponencial. La recomendación de evitar el contacto y tocar sólo lo imprescindible les dificulta aún más el día a día. Los mas afectados son los niños que padecen esta discapacidad y, por ello, con el objetivo de cuidar su salud, la UNESCO ha realizado la adaptación de la guía “La Vida en tiempos del covid-19″ a lenguaje braille.
El sistema Braille lleva el nombre de su inventor, Louis Braille, que en el 1825 ideó su sistema de puntos en relieve.
Con el braille pueden representarse las letras, los signos de puntuación, los números, la grafía científica, los símbolos matemáticos, la música, etc. El braille suele consistir en celdas de seis puntos en relieve, organizados como una matriz de tres filas por dos columnas, que convencionalmente se numeran de arriba abajo y de izquierda a derecha. La letra W no aparece en el alfabeto braille original, porque en la primera mitad del siglo XVIII, cuando se inventó el código, la W no estaba incluida en el alfabeto francés. Además, con el tiempo, se introdujeron codificaciones para indicar letras mayúsculas, signos de puntuación, símbolos matemáticos y notas musicales.
La lectura del braille es bastante simple y se aprende rápidamente con la práctica. La escritura es algo más compleja, ya que se escribe al revés, utilizando un punzón especial en la parte posterior del papel o una fina hoja de plástico para obtener los puntos en relieve.
El primer libro en Braille fue publicado en 1837, por el Institute for Blind Youth «A brief history of France», edición de la que sólo quedan tres ejemplares en todo el mundo.
Con respecto a la traducción de textos al braille, presenta los mismos retos y dificultades que cualquier otra traducción, ya que el braille puede transmitir cualquier tipo de texto y mensaje, al igual que cualquier otro tipo de lenguaje escrito.